En la toma de posesión de Fernando Lastra como nuevo consejero de Infraestructuras, Javier Fernández se lamentó de la mezquindad de quienes ni siquiera esperan un tiempo prudencial para valorar una gestión que aún no empezó. La duda es un beneficio que no siempre se concede. Pero, al mismo tiempo, el consejero de Presidencia y portavoz del Gobierno de Asturias declara que se remitirá a las fuerzas de izquierdas del Parlamento autonómico un documento en el que se concreta esa oferta de acuerdos que planteó don Javier en el último Pleno de la Junta.
Por su parte, el coordinador de IU declara haber remitido un documento a Podemos encaminado a forzar un giro a la izquierda en las políticas del Gobierno asturiano. Lo llamativo del caso es que da la impresión de que, sobre el papel, se pretende retomar un diálogo entre las fuerzas de izquierdas que o bien no hubo hace dos años, o bien fracasó estrepitosamente.
Desde luego, nunca es tarde para alcanzar acuerdos, si bien no es fácil aventurar que todas estas iniciativas cristalicen, entre otras cosas, por la falta de sintonía y de credibilidad entre las tres fuerzas políticas de las que venimos hablando.
En el momento mismo en que se cumple la mitad de la legislatura, se diría que, aparentemente, se escenifica un ritual de «volver a empezar», del que, a priori, no cabe esperar grandes cambios con lo que vino aconteciendo hasta el momento.
Si Javier Fernández pone de manifiesto que su paciencia tiene un límite, si Llamazares proclamó «con solemnidad» su política de oposición al Gobierno autonómico, si Podemos no tiene ninguna confianza en el Ejecutivo asturiano, lo previsible es que todo esto se quede en una declaración de intenciones que, andando el tiempo, generará reproches por parte de todos.
Lo cierto es que el número de escaños que suman Podemos e IU en el Parlamento es el mismo que tiene el PSOE, y que, con esa realidad sobre la mesa, se pudo haber negociado mucho antes. Pero no hay que olvidar que tampoco hubo un gran entendimiento entre Podemos e IU en el arranque de la legislatura. De hecho, Llamazares apoyó, en segunda votación, a Javier Fernández, mientras que la formación morada se abstuvo. Y ambas fuerzas no negociaron, como ahora propone Argüelles, una postura común para ponérsela sobre la mesa al PSOE asturiano.
Y, en todo caso, declaraciones aparte, no parece fácil que ese entendimiento entre las fuerzas de la izquierda se llegue a hacer realidad.
Mientras tanto, la soledad del Gobierno de Javier Fernández es cada vez más sonora.