Lope de Vega, en uno de sus sonetos memorables, hablaba de que, entre las muchas contradicciones que nos puede provocar el amor más desquiciante, podíamos llegar a “creer sospechas y negar verdades”. Pues bien, en Asturias, a partir del ingreso provisional en prisión de los principales encausados en el llamado caso Renedo, a principios de 2011, la percepción de la política llariega dejó de ser ingenua. La verdad, que diría Ruiz de Alarcón, se hizo sospechosa.
Y es que la imagen de Riopedre entrando en prisión, además de estupor y sorpresa, supuso un mazazo mucho más fuerte que el sufrido muchos años antes por el desolador ridículo que padecimos a resultas del llamado Petromocho.
“Renedo no es un caso” va mucho más allá de los hechos propiamente dichos, contextualizándonos admirablemente desde las primeras páginas en las que recuerda aquella Asturias de 2007, en la que Areces ganó por tercera vez las elecciones autonómicas, en la que los datos del paro no eran, ni de lejos, tan angustiosos como ahora, en la que las pensiones que aquí se percibían estaban entre las más altas de España. Y la corrupción política, según se decía oficialmente, no nos golpeaba. Pero sería al final de aquella última Legislatura de Areces cuando todo esto se destaparía, de tal manera que ningún doctor Pangloss sería bien recibido por la opinión pública.
Y, en efecto, el llamado caso Renedo es mucho más que un caso cuantitativamente hablando, pues, de entrada, estamos hablando de dos consejerías que, eso sí, comparten, en los hechos que fueron juzgados, las mismas empresas que fueron colaboradoras necesarias e imprescindibles de lo acontecido.
Pero también es mucho más que un caso aislado de corrupción cualitativamente hablando, entre otras cosas, porque, a la vista de lo conocido y sentenciado, cabe albergar la sospecha de que haya podido haber episodios similares tanto en la Administración Autonómica, como también -¡ay!- en la Administración Local. Sin ir más lejos, el empresario de Igrafo le contó al autor del libro que habían tratado con casi todos los Ayuntamientos asturianos.
Por otra parte, entre los muchos aciertos de este libro, hay que anotar que están muy bien contados los lances y percances que tienen que ver con las personas que utilizó la señora Renedo para operar con cuentas bancarias que tenían la identidad de dos ciudadanas que desconocían por completo que se estaban utilizando sus nombres como tapadera. Tanto la anciana que vivió sus últimos años teniendo que utilizar una silla de ruedas como la empleada de unos grandes almacenes nos son presentadas en esta ópera prima de Ramón Muñiz como personajes que despiertan ternura y admiración. Lo mismo podría decirse del inspector de policía que investiga quién puede estar detrás de estas operaciones bancarias.
Leyendo este libro, no sólo obtenemos una información muy completa y clara de lo acontecido, sino que, siguiendo el relato que aquí se nos cuenta, nos adentramos en el sentir y en el pensar de los principales protagonistas, de quienes hace semblanzas memorables, especialmente de la personalidad de la alta funcionaria, subida siempre a unos vertiginosos tacones, angustiada cuando puede ser descubierta, derrotada tras su destitución.
En cuanto a Riopedre, mucho más hermético, se describe su trayectoria pública, sus silencios, su aparente sobriedad, sin perder de vista las maniobras que llevó a cabo relacionadas con la empresa de su hijo. Se nombraban 69 asesores en la Consejería sin concurso de méritos, sin dar explicación alguna, al tiempo que se tramaba lo que en el juicio se puso de manifiesto.
Asimismo, están envidiablemente descritos las personalidades y avatares de los dos principales empresarios encausados. No se pierdan conocer cuál es la lectura preferida del señor Muñiz.
De las sospechas a las verdades. En 2007, persistía un discurso idílico y en 2011, la prosaica realidad lo enterró por completo.
De las sospechas a las verdades. No sólo hemos sido ingenuos colectivamente hablando, sino que además no supimos o quisimos ver –unos mucho más que otros- que la forma de operar en la Administración autonómica permitió que pudieran suceder estos acontecimientos que nos abochornaron.
El libro de Ramón Muñiz, más allá de la crónica periodística, da cuenta de forma pormenorizada, contextualizada, ágil y amena, de unos episodios que forman parte de nuestra historia más reciente. De obligada consulta para conocer el final de días y años de vino y rosas, un final que acabó con el bipartidismo en Asturias, un final en el que Cascos irrumpió de nuevo en la vida política asturiana, prometiendo acabar con aquel “pacto del duernu” que, sin duda, existió.
Libro, en fin, logrado literariamente, sobradamente documentado, a lo que hay que añadir ambición narrativa, voluntad de estilo y rigor.