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Luis Arias Argüelles-Meres

Desde el Bajo Narcea

¿Tiene salida el problema catalán?

Se diría que, parafraseando a Brenan, lo que tenemos ante nosotros es «el laberinto catalán», esto es, que el laberinto español ha hecho parada y fonda en Cataluña, y todo parece indicar que irá para largo.

Ante todo y sobre todo, teniendo en cuenta que se ha llegado a un frentismo entre constitucionalistas y secesionistas, si nos moviésemos en el mejor de los mundos posibles, se debería mover ficha por ambas partes para no seguir polarizando a la sociedad catalana. Cuentan que Puigdemont, cuando estaba decidido a convocar elecciones, su discurso llevaba un preámbulo que consistía en afirmar que su voluntad era la de ser el presidente de todos los catalanes, no solo de los independentistas. Bueno sería que, pasada la euforia de estos días, lo retomase. Por su lado, tampoco estaría mal que la señora Arrimadas, en tanto es la candidata más votada, se expresase en términos similares.

Miren, la cosa está muy clara: hemos pasado de «las dos Españas» a «las dos Cataluñas». Y sería un apoteósico triunfo para todos que esas «dos Cataluñas» intentasen entenderse. El frentismo solo alargaría y agravaría el conflicto.

Escribí recientemente que, por mucho que los independentistas se mostrasen pletóricos por su mayoría parlamentaria, no pueden obviar que el reparto de votos, trasladado a un referéndum, no supondría un triunfo de la independencia. Les toca salirse de la unilateralidad y mostrarse dialogantes.

¿Y qué le tocaría a Ciudadanos como fuerza más votada? Desde luego, no sería excluyente mantenerse en sus convicciones no separatistas y, al mismo tiempo, intentar por todos los medios el diálogo con sus adversarios frentistas en busca de una salida al conflicto.

Seamos realistas: los votos independentistas del 21 de diciembre no otorgarían, en términos numéricos, la mayoría absoluta a los secesionistas en un referéndum, pero tampoco se quedaron muy lejos de sus deseos y no es de descartar que el independentismo se siga incrementando. Tampoco lo contrario.

Laberinto catalán: lo primero el imperativo de diálogo. Además de un conflicto entre Cataluña y España, lo es también, y sobre todo, entre la ciudadanía catalana. Sería fantástico que se produjese una lección de madurez y de talante democrático por parte de todos, especialmente por parte de aquellos que se empecinan en falacias como vino haciendo Puigdemont.

Pero, si nos situamos en lo más inmediato, el panorama ofrece una complejidad gigantesca. En el caso de que las fuerzas independentistas, apuesten por el señor Puigdemont, ¿qué pasará si no regresa para estar presente en la sesión de investidura? ¿Qué pasará si regresa y es encarcelado? ¿Se resolvería el problema convirtiéndolo en mártir de su causa? ¿Sabemos hasta cuándo seguirá en prisión Junqueras? Imaginemos que continúa encarcelado cuando se forme el Parlamento. ¿Cómo se afrontará eso políticamente?

No solo estamos ante la necesidad de una tregua y de un entendimiento que se antojan muy difíciles, sino también ante un proceso judicial que puede complicar hasta lo indecible la situación.

Laberinto catalán, nada borgiano, sino muy español, muy celtibérico.

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Sobre el autor

Luis Arias Argüelles-Meres es escritor y profesor de Lengua y Literatura en el IES "César Rodríguez", de Grao. Como columnista, publica sus artículos en EL COMERCIO sobre,actualidad, cultura, educación, Oviedo y Asturias. Es autor de los blogs: Desde el Bajo Narcea http://blogs.elcomercio.es/desde-el-bajo-narcea/ Desde la plaza del Carbayón http://blogs.elcomercio.es/panorama-vetustense/


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