Se diría que, contra el Reus, se lograron los reajustes por los que veníamos suspirando desde el inicio mismo de la temporada. Reajustes que comenzaron por la solidez defensiva, con Alanís demostrando oficio y seguridad, con un Javi Hernández que se ganó merecidamente ser un fijo en las alineaciones del Oviedo, con un Mossa que, además de haber transformado un gol, parece que va recuperando el poderío físico que mostró la pasada campaña, con Christian luchando de principio a fin en la misión que se le encomendó y, en fin, con Diegui que, según parece, se va reencontrando consigo mismo en sus arrancadas por la banda y en su juego incisivo.

Frente al Reus, por vez primera en lo que va de campeonato, mantuvimos la portería a cero, portería en la que cumplió Champagne, poniéndose de manifiesto que va teniendo mayor sintonía con sus compañeros de la defensa.

En cuanto al centro del campo, fue otra historia.  Para empezar, faltó Tejera por acumulación de amonestaciones, su ausencia siempre se nota, pues estamos hablando del cerebro del equipo. No es que Javi Muñoz haya estado mal, pero no desempeña el mismo papel. Por su parte, Folch también parece haber mejorado en cuanto a su condición física, pues estuvo menos lento que en otras ocasiones.

Si en el primer tiempo, el juego fue soporífero y apenas hubo ocasiones claras, más allá del lanzamiento de Ibra en los primeros compases del encuentro, lo cierto es que en las jugadas a balón parado, sobre todo en los primeros 45 minutos, se echó en falta la ausencia de Berjón.

En todo caso, todos los atacantes lucharon sin desmayo y su esfuerzo se vio recompensado en la segunda parte. Mención especial merece Joselu, que lucha de principio a fin, pero que apenas recibe balones. Fue justicia poética que, tras haber fallado el penalti, consiguiera marcar gracias a la recuperación de Bárcenas que le puso el balón en bandeja para hacer gol. Y fue una pena que se lesionase tras el soberbio disparo que mandó al poste.

En el Tartiere frente al Reus, hemos visto a un Oviedo que supo hacer los reajustes necesarios, no sólo con respecto a los encuentros anteriores, sino también en la segunda parte, cuando Anquela modificó el dibujo táctico y el equipo consiguió mucha mayor profundidad.

No sólo es el primer partido en el que mantuvimos la puerta a cero, sino que es también el primer choque en el que no dejamos ocasión para sufrimientos y agonías.

Esperemos que estos reajustes sean, de verdad, la consolidación de una buena racha, que tocaba que llegase.

A modo de coda, Linares recibió, con toda justicia, el afecto y el reconocimiento del oviedismo.