Conocí a Paco Prendes el 31 de octubre de 2000. Unos cuantos republicanos de Asturias fuimos a Montauban a rendir homenaje a don Manuel Azaña cuando se cumplía el 60º aniversario de su muerte. Ante la tumba del estadista republicano, nos tocó presenciar un episodio inolvidable: alguien del consulado español tuvo la genial idea de depositar unas flores con una etiqueta bicolor. Un prohombre valenciano que había vivido gran parte de su vida exiliado en Francia a resultas de su republicanismo manifestó su protesta: aquella enseña colisionaba de plano con lo que Azaña representaba y representa. Sin ruido y con civismo, aquello fue retirado. Lo hizo uno de los asturianos de aquella comitiva viajera.
Desde entonces, mi afecto, admiración y gratitud hacia Prendes Quirós no hicieron más que incrementarse. Llevaba muchos años apartado de la política activa, desde que el PSP se disolvió en el PSOE. Pero, hasta su último suspiro, este abogado gijonés fue republicano, sus trabajos y sus días estuvieron presididos por el legado moral del republicanismo.
Conocedor profundo de muchas de las grandes figuras del republicanismo asturiano, sus discursos en los actos del Ateneo Republicano de Asturias siempre nos llenaron de emoción, con su no sé qué de indignación contenida y también de ironía, cuantas veces tomaba la palabra nos entusiasmaba.
Lo suyo fue, ante todo y sobre todo, pulcritud republicana, reivindicación de la memoria de la mejor Asturias y de la mejor España intelectualmente hablando. Cercano a quienes compartíamos esos mismo ideales, nos animaba y exhortaba a ser consecuentes con nuestro compromiso tricolor.
¿Cómo no recordar sus divertidas arengas en Llueves cuando cada año se rendía homenaje al oso regicida? ¿Cómo no tener presente su admiración hacia los grandes próceres del republicanismo asturiano y español, admiración de la que daba cuenta en sus discursos en Tuña, en Noreña y en otras muchas localidades asturianas?
¡Qué gran orador parlamentario perdió Asturias! Siempre lamentaré que nunca hubiésemos sido capaces de crear en nuestra tierra una candidatura republicana para tener voz en el Parlamento español. Estoy convencido de que, con una sola voz como la suya, el republicanismo hubiera dado un paso gigantesco en cuanto a su presencia en la política española.
Francisco Prendes Quirós, la pulcritud republicana, que, necesariamente, tomó distancia de la política oficial, que, necesariamente, no pudo compartir nunca que la resignación de la izquierda española aceptando una monarquía puesta e impuesta por Franco, que, necesariamente, se distanció de pactos por la desmemoria.
Sus grandes pasiones fueron el republicanismo y Gijón, pasiones en las que fue un erudito.
Francisco Prendes Quirós, tribuno republicano, nunca te olvidaremos. Contigo, el republicanismo tendrá siempre un referente ineludible.