Leo con asombro –y con cierta estupefacción- la noticia que publica en EL COMERCIO Ramón Muñiz acerca de las absurdas trabas que el Gobierno pone para que las gentes que viven en los pueblos puedan atender sus huertos.
Espero que las instituciones locales y autonómicas pongan sobre la mesa su disconformidad con el Gobierno en lo tocante a este asunto. Estamos hablando de la España vaciada y, más concretamente, de la Asturias vaciada. Estamos hablando de unas personas que, si no pueden atender su huerto, tienen que salir de su pueblo a hacer la compra a la villa más cercana.
Estamos hablando además de una población agraria que cobra unas pensiones ciertamente bajas, y el hecho de tener que comprar los productos de primera necesidad, que podían cosechar sin salir de su pueblo, les va a suponer un gasto extra que, sin duda, va a repercutir en sus economías, sin muchos sobrantes, a decir verdad.
Y, por si todo ello fuera poco, el paisaje rural astur presentará un aspecto aún más abandonado, que ya lo está bastante.
De nada sirve que se nos diga que se lucha contra la despoblación, fundamentalmente en el campo, si vamos de traba en traba y tiro porque me toca.
Nadie se va a hacer rico por cosechar patatas y hortalizas en sus fincas. Pero poner tantas trabas a esto no sólo no resulta nada ecológico, sino que además muestra un desconocimiento más que preocupante de lo que es la realidad en el campo asturiano.
Repito: espero que las instituciones locales y Autonómicas hagan ver al Gobierno que esto no es de recibo. Y que no se demoren a la hora de ponerlo sobre la mesa.