«Hemos hecho demasiadas conquistas en la oscuridad como para no desear ardientemente la luz» (Cioran).
No somos únicos, lo sé. En esos repentinos y fulgurantes ‘papeles de Panamá’ aparecen gentes ricas y poderosas de muchos lugares del mundo. Pero eso –perdón por la obviedad– no es ningún consuelo. Y, además, se tiene noticia de ello en un momento en el que, a consecuencia de la crisis y de las políticas de recortes continuos, nuestro país sigue ganando no pocos enteros en desigualdad.
La pregunta es hasta cuándo nos tendremos que seguir enterando de fraudes, de avaricias sin límites, de cinismos nauseabundos, de agravios hirientes, de provocaciones inaceptables. La pregunta es hasta cuándo, hasta dónde y hasta qué estaremos dispuestos a seguir soportando escandaleras que ponen claramente de manifiesto que, no conformes con el saqueo de dinero público, hay determinados personajes que se ponen a salvo de pagar impuestos, al tiempo que se aprieta cada vez más a quienes vivimos de un sueldo.
Es mucho lo que queda por aclarar del asunto. No sólo está el listado de notables, sino también, llegado el caso, hasta qué extremo han venido evadiendo impuestos. Y es que en la mencionada lista hay patriotas de pro, gentes de orden, personajes privilegiados a resultas de su posición social, por lo común, heredada. Pero también hay, según parece, predicadores de pro, moralistas de ocasión, que, llegado el momento, pontificaron, que, llegado el momento, se declararon de izquierdas y defensores de los descamisados. ¡Madre mía!
Por un lado, están esos patriotas consolidados que se consideran con derecho a ser servidos por los demás y a no contribuir más que con su graciosa y gloriosa presencia a la grandeza de este país. Por otra parte, contamos con redentores de ocasión y comprometidos de boquilla que, por lo que se ve, tampoco renuncian a sacar partido a sus dineros sin importarles mucho la situación de sus compatriotas. A decir verdad, no sé qué será más vomitivo. Pero podemos estar tranquilos. Aunque ejerza en funciones, el señor Montoro no ceja en su empeño y aplicará la ley si ve motivos para ello. Sus afanes y desvelos en pro del bien común se mantienen intactos. ¡Qué alivio!
Y, miren, éste es el país que tenemos. Hay escritores y artistas a quienes Hacienda no les quiere permitir que perciban dinero por sus obras en el caso de que estén jubilados. Frente a ellos, están estos otros personajes que hacen que sus dineros conozcan mundo y que se multipliquen milagrosamente.
Esos papeles panameños constituyen un agravio más en un tiempo y un país que no puede tardar mucho en ponerse serio y mandar parar a tanto patriota, a tanto moralista, a tanto ídolo.
Mientras tanto, vayan explicándose, por favor. Y explíquennos algo si sus estómagos se lo permiten, porque los nuestros arden, porque los nuestros sufren ya una acidez extrema.