«Un hombre que insiste es un temperamento plebeyo, porque insistir es no saber triunfar ni renunciar». (Ortega y Gasset).
De repente, tuvimos noticia de que el 19 de febrero se publicará un libro de Pedro Sánchez, titulado ‘Manual de resistencia’. Por lo que se dice, Irene Lozano dio ‘forma literaria’ al susodicho libro que, a juzgar por el título, podría tener incorporada la canción ‘Resistiré’ del Dúo Dinámico. Las reacciones no se han hecho esperar. Desde quienes tiene la loa preparada diciendo que es el primer presidente del Gobierno que publica un libro en el ejercicio de su mandato, hasta las respuestas contrarias que lo juzgan sin haberlo leído y ponen de relieve que se lo escribieron ¿Tendrá don Pedro ínfulas intelectuales? ¿Querrá parecerse a Azaña? ¿Sabrá quién fue y qué fue el autor de ‘La Velada en Benicarló’? ¡Ay!
Pero resulta que, al día siguiente, del anuncio del libro de don Pedro, la vicepresidenta del Gobierno, en una comparecencia ante la prensa que dejó a todo el mundo perplejo, habló de la figura de un relator para las negociaciones acerca del conflicto catalán. Y si doña Carmen pretendía dejar las cosas claras, lo que consiguió fue suscitar la hilaridad de no pocos y la irritación de muchos. La señora Calvo no tiene el don de la palabra, vive el cielo que no. Pero la perplejidad no acabó ahí: el viernes, doña Carmen comunicó por whatsapp a sus interlocutores de la Generalitat que las negociaciones estaban rotas. No habrá relator.
Pero, a pesar de ello, los partidos de orden, temerosos de Dios que quieren a la patria con locura, no se fían de esta ruptura entre el Gobierno del escritor que se estrena y el que preside el ínclito señor Torra. Así lo han puesto de relieve en la manifestación del domingo en Madrid, manifestación no tan multitudinaria como se esperaba. Ciertamente, es preferible creer que lo del relator fue una desafortunada ocurrencia que implicaría una escenificación de dos Estados sentados a una mesa, cuando aquí solo hay uno, del que, por cierto, la Generalitat de Cataluña forma parte.
Y, miren, la inmensa mayoría de la sociedad española está a favor de que se resuelva el conflicto territorial sin rupturas. Distinta cosa es que sean las derechas las que se atribuyan que España son ellos, al tiempo que olvidan que, en su momento, orillaron, exiliaron, encarcelaron y condenaron al olvido cualquier asomo de disidencia de quienes, por cierto, fueron la mejor España en lo intelectual, en lo artístico y en lo científico. Sería muy recomendable que leyeran lo que Ortega escribió acerca de la tradición en España, de lo que el filósofo llamó ‘la posibilidad España’. También soslayan que la moción de censura que llevó a Sánchez al poder vino en un momento en el que la vida pública española se volvió irrespirable a fuerza de continuos escándalos de corrupción.
¿Cabe esperar un mínimo de sosiego y de cordura por parte de los ‘hunos’ y de los otros, que diría Unamuno? Está claro que la famosa hoja de ruta independentista no podría ser aprobada en el Parlamento español desde el momento mismo que las reformas legales que ello implicaría exigirían la aceptación de un número de escaños muy superior al que pueden sumar PSOE, Unidos Podemos y todos los partidos nacionalistas, y eso en el más que improbable caso de que el PSOE de Sánchez estuviese por la labor, algo que me parece impensable.
¿Y qué decir de las continuas salidas de tono del señor Torra que incurre día tras día en lo grotesco? ¿Y qué decir de unos patriotismos febriles en los que se puede barruntar que hay quienes piensan que el poder les pertenece por derecho divino? ¿Nadie se da cuenta de que esto puede asemejarse a un sainete grotesco?
De todos modos, el busilis de todo esto está por llegar, dentro de muy pocos días, eso sí, cuando comience el juicio del ‘procés’.
Y, por otra parte, aunque todo parece indicar que no habrá presupuestos y que, por tanto, la cuenta atrás de la convocatoria electoral está a punto de comenzar, no me atrevería a descartar que las negociaciones se reanudasen y que los partidos independentistas reconsiderasen su postura. Mayores sorpresas hemos tenido.
Alguien me lo dijo con ingenio y brillantez: todo esto que está pasado parece un guion disparatado que pide a gritos la cámara de Berlanga, que está en los cielos. Seguro que ladea su cabeza y sonríe al quevediano modo y que se imagina a Pedro Sánchez cantando la canción del Dúo Dinámico.