“Nosotros no podemos concebir la política más que como una emoción del bien público regida con lucidez”. (Azaña).
Toca, en esta Asturias sin apenas pulso, que diría don Francisco Silvela, y sobrada de crispación, hacer una seria e inaplazable invocación a la política. Toca que la ciudadanía, a través de los correspondientes debates parlamentarios, conozca los criterios de los grupos políticos de la Junta acerca de la propuesta presupuestaria del Gobierno autonómico. Toca saber si de verdad estamos hablando de política, o si tanto ruido y tanta furia no pasan de ser chascarrillos para salir del paso, o circo declarativo protagonizado por gentes que sólo buscan titulares para que la pantomima y el narcisismo más ramplón no decaigan.
Ahora resulta que Gabino de Lorenzo se dedica, según parece, a dar instrucciones a la señora Fernández para que alcance un pacto en materia presupuestaria con el PSOE. Teniendo en cuenta que, en teoría, estamos hablando del representante del Gobierno de España en esta tierra, no se sabe bien si tal pronunciamiento es consecuencia de indicaciones recibidas, o si se olvida de las servidumbres de su cargo y se apunta al espectáculo.
Ahora resulta que el señor Prendes da la impresión de estar permanentemente crispado, al tiempo que no deja de recibir continuos ataques por parte de don Javier y doña Mercedes.
Ahora resulta que el partido liderado por Álvarez-Cascos encuentra que la tramitación parlamentaria de los presupuestos se está haciendo de un modo tal que colisiona con la normativa vigente y anuncia que acudirá a las instancias judiciales.
Ahora resulta que el señor González de IU, por esta vez, no nos regaló ninguna perla cultivada y dice estar a la expectativa.
En este toma y daca del asunto presupuestario, son muchos los ciudadanos que se preguntan por qué no se hizo el mismo esfuerzo buscando el acuerdo cuando el Gobierno de Cascos presentó sus cuentas ¿O es que no había por dónde cogerlas, y, sin embargo, las de este Gobierno tienen mucho más rigor? Y, en ese caso, ¿no sería todo un detalle que se argumentase semejante planteamiento con razones y datos? En principio, damos por hecho que la política no es una cuestión de fe, es decir, que no basta la descalificación ni la alabanza sin argumentos. Así pues, por higiene intelectual y, sobre todo, por consideración a los ciudadanos, estamos esperando análisis al respecto que aún no se han esgrimido.
De verdad, basta de circo. Gabino de Lorenzo y Cherines se manifiestan en contra de subidas de impuestos. Y, sin embargo, el primero de ellos protagonizó el castastrazo más sonado y sonoro en Asturias, mientras que doña Mercedes no osó manifestarse nunca en contra de los graves incumplimientos en materia impositiva del Gobierno que preside su jefe político don Mariano.
¿Y qué decir de las propuestas que en esta materia hizo IU en sus escarceos negociadores con el Gobierno? Es muy coherente que, desde la izquierda, se plantee que pague más quien más tiene y que se cotice por herencias y patrimonios. El problema es dónde se pone el listón, es decir, en los verdaderamente ricos, o en una clase media que está sufriendo de manera desproporcionada las consecuencias de la crisis. El problema es también aquello tan clásico de la izquierda de que “el ser social determina la conciencia”, es decir, alguien tendría que preguntarse si de verdad se creen que esquilmando a la clase media la sociedad sería más justa.
En cuanto al partido del señor Álvarez- Cascos, ¿no sería mucho más lógico que se volcase en el debate parlamentario, defendiendo los presupuestos que en su día fueron rechazados, frente a los que ahora presenta don Javier? Eso también sería hacer política, dejando claros ante la ciudadanía sus criterios al respecto. Estamos ávidos de debates, señor Cascos, y sería una lástima que se pusiese más interés en las acciones legales que en la discusión parlamentaria.
Invoquemos la política, digo, y no el circo. Y, puestos en el mejor de los mundos posibles, debería transmitirse a la ciudadanía una voluntad inequívoca de pacto. Cierto es que, desde el punto de vista ideológico, hay planteamientos irrenunciables que también pueden y deben ser explicados. Pero, en todo caso, ello no debería ser un obstáculo para mostrar un indiscutible afán de acuerdo que tiene sus límites, sin duda.
Invoquemos la política sin circo. Asturias no sólo lo necesita, sino que además se lo merece.