Tras un fin de semana en el que la televisión autonómica daba noticias continuamente sobre la inauguración del HUCA como si de un maravilloso prodigio se tratase,  llega lo esperado después de tanto goteo de disfunciones continuas: los profesionales de la sanidad hablan del caos que se está viviendo, por mucho que se quiera ocultar con tanto triunfalismo. Largos pasillos, suelos brillantes, atención exquisita a los enfermos, el brillo de lo nuevo, el esplendor del estreno. Muy bien, fantástico. Pero parece ser que el sistema informático está colapsado. Pero parece ser que los atascos en Oviedo aumentan. Pero parece ser que la provisionalidad en los transportes y los accesos deja mucho que desear. El triunfalismo, como bien se sabe, iba en el guión. Tras tantas inauguraciones virtuales de Areces, cuando llega la definitiva, todo mengua como en una cocción en la que las vanidades se esfuman, en la que la palabrería no resuelve problemas.

Tenemos un nuevo hospital alejado de la Facultad de Medicina. El consejero, por su parte, dice que se sellarán los edificios del anterior complejo hospitalario. No sabemos qué pasará con ellos, más allá del cierre. No sabemos qué respuesta dará la ciudad a ese dilema. No sabemos, en el caso de que se arbitre algún proyecto para esa zona, si las instituciones autonómicas y municipales cuentan con medios para llevarlo a cabo.

Pero, dejando de lado los problemas sin resolver que plantea el cierre del antiguo complejo hospitalario, lo cierto es que nos indigestaron de triunfalismo y grandonismo con el traslado de la inauguración del HUCA. Y, además, la realidad se encargó de mandar parar tanta fanfarronería, poniéndose de manifiesto que, más allá de imponderables que siempre pueden surgir, aquí se pecó de improvisación.

Y se incurrió, una vez más, en una falta de respeto a los profesionales de la sanidad, que parecían estar obligados a sumarse al triunfalismo imperante e incluso a ocultar las deficiencias con las que se encontraron. Pero, claro, la dignidad no siempre puede ser amordazada y algunos hablaron muy claro acerca de lo que está pasando.

Ciertamente, a estas alturas, tanto triunfalismo abochorna. Pero sonroja aún más tanta chapuza, tanta improvisación y tanta falacia.

¿Es de recibo que se inaugure un hospital de la envergadura del HUCA sin tener resuelto el problema de los accesos? ¿Es de recibo que el programa informático tenga tantos fallos como dicen los profesionales? ¿Es de recibo que los responsables públicos de todo esto lo minimicen todo y se consideren pluscuamperfectos? ¿Es de recibo que determinados medios, principalmente la televisión autonómica, se hayan sumado a esta orgía de triunfalismo, soslayando todas las improvisaciones y chapuzas que se están poniendo de manifiesto?

Por favor, un respeto. Por favor, un poco de cordura.