O sea, que en el Parlamento astur no se puede votar en contra de quien se presente a presidir el gobiernín llariego. PSOE y PP (sagastinos y canovistas) no aceptan el ‘no’ en la sesión de investidura. Esto es, las cosas se quedarán, salvo imprevistos, como estaban. El ‘no’ está proscrito para tal menester. La negación de la negación, pero en este caso Hegel nada tiene que ver en el asunto. A semejantes cimas filosóficas no llegamos. Por estos lares, se vuela muy, pero que muy bajo. Tan bajo se vuela que tampoco se cae en la cuenta de que en nuestro idioma dos negaciones implican afirmación. Pero tampoco es el caso complicarnos las cosas con diva-
gaciones semánticas. ¿Para qué?
Y, miren ustedes por dónde, además, tengo para mí que los artífices de esta decisión no leyeron una de las obras maestras de Alejandro Casona, la que tiene por título ‘La casa de los siete balcones’, cuya fuerza poética es conmovedora. Quien acaso es el personaje principal de esta obra, una mujer aquejada por la locura de sus sueños frustrados, que espera una carta que nunca llega, plantea en más de un momento que la palabra más importante del idioma, la que pone de manifiesto el coraje y la dignidad, es precisamente el término ‘no’. Y es con esa palabra con la que hay que empezar a hablar. ¡Ahí es nada!
Pero, como digo, aquí el vuelo es demasiado bajo. Aquí no cabe el rechazo a ningún candidato o candidata a presidir el Ejecutivo autonómico. Sólo hay lugar para la abstención. Y esto, que no sucede en el Parlamento estatal, tiene que ocurrir aquí. ¿Acaso se necesita estar en posesión de un cráneo privilegiado, que diría el personaje valleinclanesco, para percatarse de que hay opciones políticas tan claramente diferenciadas que, ante una determinada candidatura, por coherencia con las personas a quienes supuestamente se representa, lo que se impone es un ‘no’ rotundo y manifiesto?
¿Y a qué viene eso de que con sólo 13 votos alguien pueda ser nombrado o nombrada presidente? ¿No está semejante dislate muy cerca de lo que pretende el Gobierno nacional del PP con respecto a que se obtenga la Alcaldía de un municipio por el mero hecho de ser la lista más votada, aunque esté muy lejos de la mayoría absoluta?
Lo que apunta IU, en el sentido de que la postura del PSOE y del PP es una muestra inequívoca de la desesperación que vive el bipartidismo, es más que plausible y verosímil. Y sólo un milagro les librará de que aquí en Asturias, como en el resto del país, la composición de los parlamentos será mucho más fragmentada. Ni siquiera tienen claro que entre ambos partidos dinásticos obtengan la mayoría absoluta, ni siquiera en Asturias.