Conviene que el Gobierno de España sepa que por estos andurriales tenemos agotada nuestra paciencia en lo concerniente a incumplimientos de obras. Por favor, no se burlen, poblando el paisaje de los tramos paralizados de la autovía de la Espina con grúas y palas durante unos pocos meses para después ordenar su retirada quedando la actividad de nuevo suspendida. Por favor, no insistan en seguir convirtiendo estos parajes en escenarios pintiparados de lo que pudo haber sido y no fue. Por favor, no se ensañen una vez más contra nuestra dignidad. Me permito recordar una vez más que estamos hablando de una autovía cuya finalización estaba prevista para 2009. Estamos hablando de una autovía de la que en 2007 se habló de prolongar hasta Portugal. Estamos hablando de una autovía que paralizó Pepiño Blanco en 2010, cuando vino a inaugurar el tramo Grao-Doriga y, a pesar de sus planes, fue agasajado por sus compañeros de partido astures como don Álvaro Cuesta, que le escanció un culín de sidra, y compañía. ¡Qué cosas!
A nadie podrá extrañarle, tampoco a la señora ministra de este Gobierno temeroso de Dios y de los mercados, que sospechemos que esto puede ser puro y duro electoralismo, pues no podemos dejar de temernos que se habiliten unos dineros para remover un poco de tierra y poco más en esta autovía con vistas al año próximo, año de elecciones tanto autonómicas y municipales como también para el Parlamento español. Añádase a ello lo anteriormente expuesto y se entenderá sin gran dificultad que tenemos demasiadas decepciones acumuladas para evitar que miremos con recelo la noticia de la reanudación de las obras.
Ignoro lo que dirá el Gobiernín llariego al respecto. Pero lo cierto es que, cuando Pepiño paralizó las obras, don Javier, siendo el máximo dirigente del PSOE en Asturias, mostró entonces sumisión y conformismo, porque, claro, es imposible que se antepongan los intereses de la ciudadanía a la que en teoría se representa. Ante todo, la disciplina de partido, oiga usted.
Ignoro también hasta qué extremo se implicarán los dirigentes peperos astures en este asunto. No sé, por ejemplo, si el actual delegado del Gobierno tiene a estas comarcas en sus oraciones. Hasta donde llega mi recuerdo, don Gabino visitó Salas en las elecciones de 2008, cuando encabezaba la lista de su partido al Congreso de los Diputados. No sé si doña Mercedes ubica bien estos parajes. No sé si los diputados peperos del occidente astur están preparados para la eventualidad de que esto sea (quieran los dioses que no) una carnavalada más.
En cualquier caso, si esto es al final una medida electoral que no ambiciona concluir las obras, semejante burla rebosaría y rebasaría los límites, ya desbordados, de nuestra paciencia. Y, con ello, una suerte de Catilinaria ciudadana se impondría irremediablemente.