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Luis Arias Argüelles-Meres

Desde el Bajo Narcea

Cuando se cayeron muros y vendas

Hay días que son lacerantemente fríos no sólo por la temperatura. Hay días de los que recordamos esa blanquecina frialdad, pura parálisis, sin luz alguna, sin viento sur que nos reconforte. Hay días de los que recordamos que el afán primordial fue el de resguardarse en casa. Así, aquel 9 de noviembre en el que nos despertamos conociendo la caída del Muro de Berlín. Se venía abajo algo que simbolizaba un mundo marcado por la tiranía. Pero se venía abajo también una de las muchas vendas con las que vivimos el siglo XX.

¿Por qué hablo de vendas? Para la historia quedará sin responder por qué fueron tantos los intelectuales europeos que, durante décadas, no vieron o no quisieron ver las miserias del totalitarismo soviético. Pero, por si acaso, su prédica la hacían en países occidentales en los que las libertades estaban garantizadas. Para la historia quedará sin responder también por qué nadie supo anticiparse a aquella caída del Muro de Berlín y, con ella, la del sistema soviético. Para la historia quedará por responder, en fin, por qué había tantas luminarias que afirmaban que la diferencia entre las dictaduras de extrema derecha y las de extrema izquierda estribaba en que las primeras duraban menos, puesto que la podredumbre de la corrupción las destruía, mientras que las segundas no se caían precisamente porque en ellas no anidaba tal cosa. Fueron unos linces, sin duda. Una izquierda que no quiso ver y que no supo ni pudo prever.

Lo más decepcionante de todo fue que muchos tuvieron que esperar a que se cayese el Muro de Berlín para comprobar que en los países donde gobernaba el llamado socialismo real las clases trabajadoras no disfrutaban de un nivel de vida superior al que había en los países capitalistas. No tenían suficiente con saber de qué lado del Muro se pretendía huir hasta que fue derruido.

Cuando se cayeron muros y vendas aquel 9 de noviembre de 1989, la televisión dio el aldabonazo anunciando una globalización que ya estaba aquí. Una gran parte de Europa dejaba atrás un sistema totalitario, y el mapa político que se confeccionó tras el fin de la 2ª Guerra Mundial caducaba. Hubo quien pensó que, a partir de entonces, viviríamos en un mundo mejor y más libre. Se anunció solemnemente el fin de la historia. Y la izquierda europea, que había adoptado años antes el eurocomunismo, se veía obligada a tomar nota. El mundo tendría, más que un Gran Hermano, un Gran Gendarme.

Se ponía fin a una pesadilla. ¿Pero qué se inauguraba? Sin duda, la globalización. Sin duda, un mundo en el que el sistema capitalista no tendría que combatir con un poderoso enemigo que le había obligado a ceder ante las reivindicaciones obreras. Todo lo que vino después es sobradamente conocido.

Lo triste del caso es que, a partir de entonces, mientras los derechos sociales fueron menguando, la izquierda, en lugar de reinventarse de verdad, fue cediendo cada vez más hasta el extremo de esgrimir un discurso mucho más conservador que socialdemócrata. Así, el capitalismo se fue liberando de forma creciente de la onerosa obligación de contentar a la clase trabajadora para que no se sublevase contra la explotación de los más débiles. Se siguieron los pasos para un pensamiento único que no supone progreso alguno con respecto a la situación anterior en los países de la Europa occidental.

A día de hoy, lo que hay es un capitalismo cada vez más envalentonado frente a una izquierda que no sólo no ha habido reinventarse, sino que además se fue diluyendo peligrosamente dentro de esquemas conservadores.

¿Cuál es la izquierda posible y deseable? ¿Dónde está el discurso en el que la defensa de las libertades plenas no colisione con una sociedad menos desigual?

Día frío, de parálisis atmosférica, en el que se cayeron las vendas. Tras ello, el conformismo y la confusión. Tras ello, un capitalismo que no tiene combatiente. Desconcertante, muy desconcertante la ceremonia del debate político a fondo. Desconcertante o, peor aún, inexistente.

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Sobre el autor

Luis Arias Argüelles-Meres es escritor y profesor de Lengua y Literatura en el IES "César Rodríguez", de Grao. Como columnista, publica sus artículos en EL COMERCIO sobre,actualidad, cultura, educación, Oviedo y Asturias. Es autor de los blogs: Desde el Bajo Narcea http://blogs.elcomercio.es/desde-el-bajo-narcea/ Desde la plaza del Carbayón http://blogs.elcomercio.es/panorama-vetustense/


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