>

Blogs

Luis Arias Argüelles-Meres

Desde el Bajo Narcea

Errores humanos (Ante la dimisión de Esther Díaz)

 

Habría que hacer un estudio muy pormenorizado y preciso que explicase los efectos que tienen la tribuna de oradores, el escaño parlamentario, la concejalía, es decir, cualquier silla curul, cualquier cargo público, que lleva a quienes entran en contacto con tales honores a creer con firmeza que no cabe el error, que son infalibles, como el Papa cuando habla ex cátedra. Y, en el caso que nos ocupa, a poco que reparemos en la intervención de doña Esther Díaz en la que anunció su dimisión, resulta que sólo abandona la responsabilidad pública que desempeñó hasta el momento por evitar a su familia disgustos o quebraderos de cabeza, no porque ella se haya equivocado al considerar ética y estéticamente compatibles estar al frente de una consejería en el gobiernín llariego y tener una participación accionarial en una empresa que prestó sus servicios y/o productos, todo lo indirectamente que se quiera, a obras de contratación pública.

Hay cosas tan manifiestamente claras que resulta ciertamente difícil aceptar que cueste tanto esfuerzo entenderlas. Mire, doña Esther, no seré yo –y lo digo sin el menor asomo de ironía– quien ponga en duda que en todo momento se condujo usted con total honradez y que jamás se aprovechó del cargo para favorecer a su empresa familiar. Tampoco tengo ningún motivo para sospechar que usted se enriqueció a resultas de esto que hablamos. Pero, a partir de aquí, lo que se dirime es, como escribí hace muy pocos días tras conocerse su participación accionarial en la empresa Davelco, esa dialéctica tan legendaria entre el ser y el parecer, y convendrá conmigo que esto último sí que se pone en entredicho con todo lo que se vino publicando sobre su presencia, al menos nominal, en negocios privados.

Y resulta que, ante un caso que se mueve entre el ser y el parecer, que, como tanto se viene repitiendo, vuelve a traer a colación eso tan clásico de la mujer del César, su respuesta se centra sobre todo en declararse víctima de una especie de malvada conjura de parte de sus adversarios políticos. Tendrá que aceptar, doña Esther, que no esgrime usted argumentos muy sólidos.

Si la memoria no me falla, hay un momento de su intervención en el que manifiesta que en el momento presente la ciudadanía exige más que antes en esto del ser y el parecer y que, así las cosas, con la ley que está en trámite de aprobarse, su cargo y participación accionarial no serían acaso compatibles. Con la mayor de las consideraciones, señora Díaz, me atrevo a plantearle que, sin ser acaso del todo consciente de ello, viene usted a reconocer que se van quedando atrás los tiempos que tal vez no estén muy alejados de algo de lo que ya se habló en el felipismo, esto es, del «todo vale».

Y, en otro orden de cosas, las declaraciones de don Fernando Lastra acerca de este asunto me dejan perplejo. Es decir, la consejería que vino ocupando era el caos hasta que usted se hizo cargo de ella. No es el momento de analizar aquí y ahora su gestión ni la de quienes la antecedieron, pero no se puede negar que tales consideraciones adolecen de un maniqueísmo extremo y que, de otro lado, don Fernando sabe muy bien que IU administró la Consejería de Asuntos Sociales a resultas de una coalición con el PSOE. Luego, si tan nefasta era aquella gestión, oportunidad hubo de intervenir al respecto, cosa que no se hizo.

Por último, doña Esther, resulta desolador el victimismo en el que incurre, cuando llega a hablar incluso de conductas propias del Medioevo. Seamos claros, nada de lo que se publicó en lo que se refiere a su participación en la empresa familiar es falso, o, al menos, nadie lo tildó de tal cosa. Ergo, usted dimite, mientras no se demuestre lo contrario, como consecuencia de que se hicieron públicos unos hechos que se corresponden con la realidad. ¿Es inquisitorial que un periódico publique unos datos que ni usted misma negó? ¿Es inquisitorial que se opine en los medios acerca de un caso de libro entre el ser y el parecer? ¿Lo democrático y lo bonito hubiese sido no informar ni opinar al respecto? Con todos los respetos, todo ello sería delirante y poco democrático, por no decir nada.

¿O es que la prensa tiene que ser complaciente y silenciosa? Sería excesivo, ¿no cree?

Temas

Blog de Luis Arias Argüelles-Meres

Sobre el autor

Luis Arias Argüelles-Meres es escritor y profesor de Lengua y Literatura en el IES "César Rodríguez", de Grao. Como columnista, publica sus artículos en EL COMERCIO sobre,actualidad, cultura, educación, Oviedo y Asturias. Es autor de los blogs: Desde el Bajo Narcea http://blogs.elcomercio.es/desde-el-bajo-narcea/ Desde la plaza del Carbayón http://blogs.elcomercio.es/panorama-vetustense/


noviembre 2014
MTWTFSS
     12
3456789
10111213141516
17181920212223
24252627282930