Creo que Llamazares es el mejor candidato posible para IU en Asturias. Si de lo que se trata es de alcanzar el mayor número de votos, la trayectoria de Gaspar tiene más vuelos que la de su oponente. Si de lo que se trata es de valorar el discurso, a Orviz se le da mejor manejar las claves internas del partido que presentar un proyecto para Asturias más allá de las vaguedades que están en el guion. Si de lo que se trata es de presentar un candidato que no esté salpicado por los apoyos de IU a un arecismo que cubrió de desprestigio por escándalos como el del llamado caso Renedo, Llamazares también juega con una ventaja incuestionable, pues su contrincante apostó en su momento abiertamente por los pactos entre Areces e IU, mientras que don Gaspar andaba entonces por los madriles.

Llamazares es un político de largo recorrido. Pocos recuerdan ahora que se negó en su momento a apoyar a Antonio Trevín, lo que trajo como consecuencia que, por vez primera en Asturias gobernase el PP, entonces de la mano de Sergio Marqués. Eran los tiempos en los que Julio Anguita estaba al frente de IU en España y abogaba por aquello del «programa, programa, programa». Y lo curioso fue que, tras su desembarco en la política nacional, el ahora candidato en las primarias de IU en Asturias, sacaba de quicio a aquel Aznar crecido y envalentonado de tan pésimo recuerdo para muchos de los que tenemos memoria. Digo que aquello fue curioso porque don José María, en lo personal, siempre fue muy respetuoso con Anguita. Pero nuestro Gaspar no heredó el trato que se le dispensaba a don Julio por parte del PP nacional.

Orviz, por su parte, conoce a fondo los entresijos de IU en Asturias, y no parece estar dispuesto a pasar al segundo plano de la política llariega. Da la impresión que, para él, lo que más cuenta es ganar la partida en el ámbito interno del partido. Se diría que, tras los equilibrios que tuvo que hacer para alzarse con la secretaría de la coalición, se niega a que le haga sombra un candidato a Presidente de Asturias que, en todo caso, sería la principal voz de la coalición en el Parlamento autonómico.

Si nos atenemos al tiempo que llevan ambos candidatos en la vida pública, los dos son, también generacionalmente hablando, vieja política. Sin embargo, desde mi punto de vista, a Llamazares le favorece haber estado fuera de Asturias durante la larga etapa de un arecismo que, en no pequeña parte, fagocitó a IU en esta tierra. Así, desde la ausencia de responsabilidades a la hora de haber apoyado los despilfarros, megalomanías y excesos de la época de Areces, puede mostrar una carta de presentación más impoluta.

Lo que Orviz representa, en mi opinión, es una IU que no quiere darse por enterada de que, en España y en Asturias, se abrirá una nueva etapa política a partir de las elecciones autonómicas y municipales de mayo. Difícil será que IU resulte decisiva a la hora de la formación del nuevo Gobiernín llariego, porque sus votos seguramente no podrán facilitarle la gobernabilidad a don Javier Fernández el profundo. Será, según creo, muy distinta cosa la que se dilucide que en el caso de IU: poner sobre la mesa un proyecto de izquierdas que no podrá converger con la vieja política que representa don Javier, es decir, discurso dinástico, conservadurismo en materia económica, docilidad a la hora de aplicar recortes en esos servicios públicos de los que se declaran grandes valedores: en una palabra, políticas de derechas con siglas de izquierdas.

Y es de suponer que Llamazares busque más la convergencia con Podemos y se recupere el «programa, programa, programa». De no ser así, el regreso a la Arcadia no le habrá valido la pena, ni a él, ni a su coalición.