A propósito de este comportamiento tan habitual, me vino a la mente un artículo que hace tiempo, a modo de fábula, escribió el Presidente de Oto Walter, Paco Muro, y que con su permiso voy a reproducir:
Olaf el experto capitán de un barco vikingo, tenía la trascendental misión de aprovisionar de víveres a la Gran Aldea, antes de que el crudo invierno los aislara. Aquella zona quedaba incomunicada por tierra y mar durante meses, hasta que el deshielo permitía el nuevo contacto con otros lugares. Por ello este viaje era el mas importante que hacía cada otoño. Y este año el reto era aun mayor, pues el milenario puerto de Nervik acababa de ser arrasado por las agresivas hordas del esto.
Por tanto su única posibilidad estaba en Reyka, un poblado situado a varias jornadas de difícil navegación. Para llegar hasta allí debía de entrar en el largo fiordo de Nork. Las fuertes corrientes que se generaban creaban en el entrante un mar muy peligroso. Eran aguas turbulentas orilladas por innumerables rocas sumergidas y en las que surgían contínuamente traicioneros remolinos en la zona central.
La travesía iba a ser arriesgada, y Olaf sabía bien que sólo con grandes dosis de pericia y atrevimiento se alcanzaría el objetivo. Pero no había opción, pues se trataba de la supervivencia de toda la tribu.
Al divisar el entrante el capitán comunicó las instrucciones a la tripulación: Señores, nos aproximamos a la parte mas difícil de nuestra misión. Entramos cercanos a las rocas por la orilla norte. Milla y media mas adelante viraremos hacia el centro del fiordo para evitar las corrientes laterales. Ahí el vigía nos advertirá de los posibles remolinos para que podamos esquivarlos a tiempo. Tras eso, venceremos el empuje de la desembocadura poniendo proa directamente hacia el río y daremos el máximo empuje. Una vez pasemos el delta, el resto ya será sencillo, pues río arriba las aguas son mansas y la profundidad suficiente para bogar sin problemas.
Tras oír estas palabras de Erich, uno de los marineros mas veteranos soltó el remo que tenía asignado y se levantó para comentar su opinión en voz alta: Olaf, yo no estoy de acuerdo con este plan. Tengo entendido que hay muchas rocas y será realmente arriesgado. Además los remolinos no siempre se ven a tiempo y el tramo final la corriente es muy fuerte y será difícil vencerla aun con viento a favor y con todos los remeros al máximo. Este barco tiene muchos años y el mástil no es fiable ante las fuertes tensiones que tendrá que soportar.
La primera reacción del capitán fue ponerse nervioso ante tanta crítica y tanto discurso negativo y vacío. Por un instante estuvo tentado de sacar el látigo e imponer su criterio por la fuerza, pero aquél era uno de sus mejores hombres, y posiblemente lo que se había atrevido a decir lo podrían estar pensando muchos otros. Su plan tenía riesgos y él era plenamente consciente, pero la misión era crucial y necesitaba que cada uno pusiera lo mejor de si en el empeño.
No tenía la certeza absoluta de que sus decisiones fueran las idóneas, así que cualquier solución era bienvenida. Si no se llegaba rápido a por esos víveres, mucha gente del poblado moriría ese invierno, y casi no había tiempo, pues pronto cambiaría la marea y ya sería imposible acometer la travesía. Había demasiado en juego para tirarlo todo por la borda sólo por no haber sido capaz de analizar otra alternativa, así que finalmente decidió controlar la ira y mostrar ante todos su talante abierto a la participación de los expertos:
-Bien, conozco este paraje y sus dificultades, y reconozco que mi plan no es infalible. Estoy dispuesto a asumir mi responsabilidad, pero en épocas anteriores he padecido a capitanes estúpidos que cegados por su vanidad y su orgullo, no eran capaces de admitir otros enfoques que los suyos, y más de una vez eso nos llevó a naufragar. Así que mi buen Erick, yo ya os he contado mi plan y estoy dispuesto a escucharte: ¿tienes una alternativa mejor para llegar a tiempo a nuestro destino?.
El marinero, que hasta ese instante sólo había expuesto los inconvenientes y los problemas, se quedó pensativo mientras el resto de los compañeros aguardaban con interés alguna respuesta. Ante la expectativa creada, Erich se prestó a decir: Antes de nada, me gustaría dejar claro que aunque tuviera un plan, no me atrevo a responsabilizarme de tomar una decisión tan comprometida.
No te preocupes -añadió Olaf- la decisión final será mia, y mia por tanto la responsabilidad. Sólo te pido que ya que has manifestado inquietudes y dudas, y te veo con ganas de cuestionar, propongas soluciones para que podamos ejecutar esta misión con mayores posibilidades de éxito.
Ver los fallos en la idea de otro es fácil, y hasta el mas torpe es capaz de ello, pero la aportación de valor no está en criticar lo que hay, sino en dar alternativas inteligentes que mejoren la idea inicial. Bien, repito la pregunta: ¿tienes alguna alternativa mejor?.
Tras casi un minuto de silencio Erick se decidió a hablar y compartir sus conclusiones: Realmente no se me ocurre ninguna otra ruta que tenga menos riesgos. De hecho confieso que no conozco bien estas aguas, así que no sé como acometer esto de forma mas segura.
Bueno amigo Erich -respondió pausadamente el capitán haciendo gala de ejemplar templanza- en ese caso sigue buscando posibles soluciones y si descubres una alternativa mejor no dudes en aportarla de inmediato, serás escuchado con toda mi atención. Pero mientras piensas…..¡cállate y rema con todas sus fuerzas mamón, digo, por Odín!.