Por María de Álvaro: Es pequeña y blanca pero no se parece en nada a una perla. Ella es mucho más dura. Como una roca. Aunque tenga los huesos frágiles, igual que todo el mundo. Y ahora, más. Por eso su alegría sigue siendo contagiosa. Por eso sigue riéndose hasta de su sombra cuando a […]
Por María de Álvaro: Nadie dijo que entrar en el paraíso fuera fácil. Yo he llegado aquí después de coger dos aviones y perder uno, después de tres autobuses, no sé cuántos taxis y un ferri. He Llegado con una maleta menos y unos pelos terribles, porque lo único malo que tiene el paraíso es […]
La estela que deja un barco de 120.000 toneladas es ancha e hipnótica. La vista queda fija en el agua batida igual que en las llamas de una hoguera. El mar se abre en mil olas, como revelándose mientras este mastodonte se atreve a cambiar el azul intenso del Adriático por el blanco y otros […]
Por María de Álvaro: Estambul huele a cuero, a especias y a turistas. La ciudad del Asia-a-un-lado-y-al-otro-Europa, la que nos enseñan a los de la polaroid colgando, claro, es un corteingles orientalizado, un mercadillo del regateo en el que nadie habla turco porque nadie lo entiende, un resto de lo que fue y un reflejo […]
Por María de Álvaro Hoy he desayunado con los alemanes, mientras comían, quiero decir, y he comido con los italianos, mientras merendaban, vaya. El café lo tomé algo más tarde, cuando los ingleses se daban al té con pastas y un grupo de cuatro españoles de la Meseta, al mus con puros. Estar en una […]
Por María de Álvaro: Perderse en un barco en el que caben 3.000 personas es lo más fácil del mundo, más que nada porque a diferencia de los cientos de bares, restaurantes, cafeterías, discotecas, casinos y yo qué sé cuántas cosas que hay aquí dentro, todos los pasillos de camarotes son iguales. No hace falta […]
Por María de Álvaro: Hoy he sobrevivido a un naufragio en el Adriático. A un simulacro de naufragio, en realidad. Es lo que tiene viajar en un crucero, que, entre otras cosas, una esta obligada a vivir simulacros de naufragio a la hora de la siesta. La cosa comienza con una megafonía atroz y un […]
Por María de Álvaro: Confieso que llegué a Venecia persiguiendo a un hombre. No me trajeron aquí los canales ni las calles estrechas. No me trajeron los tizzianos ni los tintorettos. Ni siquiera vine a subirme a una góndola y mucho menos a ver las torres de mil iglesias desde lo alto de San Marco. […]