Por María de Álvaro:
El amor es ciego. Y sordo y mudo y hasta tetrapléjico. Por eso uno se enamora y pierde varios sentidos. Empezando por el común.
Es lo que le pasó al juez Bermúdez. Que la churri le escribió un libro tratándole de Supermán y él, en vez de pararlo en la mesita de noche o esconderlo debajo de la almohada, se emocionó sin pensar en más consecuencias.
El amor es así, y por eso Bermudez me provoca ahora más ternura que cuando le veía con los puños blancos y la cara de implacable. Porque es humano. Y bobo. Como todos los demás.
Y lo de la Beni, pues igual. ¿O no es humano presumir de chavalote?
Otra cosa ya es que el amor en este caso pueda salir rentable. Ya se sabe que no hay mejor marketing que un buen escándalo. Y si es con tirón de pelos, mucho mejor.
Es verdad que a veces no hay tanta diferencia entre ser inoportuno y ser oportunista. Pero esta historia es tan romántica… ¿O será que tengo el día tonto?