Por María de Álvaro:
Hoy es un día de malas noticias por varias razones. La primera es que he vuelto después de dos semanas de parada biológica. Como la del bocarte, que yo también he estado al borde de la extinción. La segunda es que cierra la mina de La Camocha, lo que una vez recolocado y/o prejubilado el personal sigue siendo un drama. Y no porque seamos un paraíso de arqueología industrial, que eso ya lo sabíamos, sino porque se pierde un clásico. A ver quien va ahora a tomar una botella de sidra sin echarse a llorar. A ver quien canta lo de ‘dicen que va baxio el mar’, ahora que baxio el mar ya no va nada. Ni el bocarte.
La tercera es, claro, que Sarkozy está en Luxor y yo en Gijón. Y que esta misma tarde marcha para el Mar Rojo. Y yo no. Y que, tal y como está de trastornao, capaz es de pescar unos bocartes para invitar a cenar a todo el séquito –16 vehículos de caravana, más los del avión privado– Y como hacer haga eso no se recupera la especie en la vida.
Vale, lo reconozco, estoy celosa. ¿Qué pasa?