Por María de Álvaro:

Los niños ya no saben leer, el planeta se recalienta y la Princesa, cada día más delgada. Un desastre este 2007 que dicen que se va y debe de ser cierto. Si las siete pestes, claro, no llegan en las próximas horas con tres jinetes y Al Gore encima de su burra. O de su moto, que también vale.

El caso es que la cosa empezó con sus uvas y sus copas. Como siempre. Y se saldó con sus 365 días, algunos buenos y otros malos, algunos increíbles y otros terroríficos, pero la mayoría iguales. Como siempre. Se saldó con madrugones y días de fiesta, con principios y con finales, quizá más los primeros que los segundos. Y también viceceversa, que decía el poeta. O sea, como siempre.

Se va y se lleva con él a Paco Umbral, y a Fernán Gómez, y a la buena de Deborah Kerr. Y a otros que, sin dejar nada escrito o no haber protagonizado más película que la de su vida y la de las nuestras, duelen mucho más. Porque les echamos más en falta.

Pero la vida, esa que tiene vida propia, que no lo digo yo, que lo dice Woody Allen en su película de este 2007, tiene esas cosas. Esas cabronadas. Así que esta noche, otra vez delante de las uvas y de las copas, habrá que mirar de frente. Que si lo malo de un buen año es que se acaba, lo bueno de uno malo es que también. Que la alegría, lo aprendí un día que estaba triste, no es una sensación ni un sentimiento, es una actitud. Una forma de ver la vida. Feliz 2008. No es un decir.