Por María de Álvaro: Romper juramentos es un gran ejercicio. Relaja mucho. Hay, claro, que tener cierto cuidado. Si uno, por ejemplo, pone a Dios por testigo que nunca más volverá a pasar hambre, pues conviene cumplirlo. Más que nada por salud. Si lo que promete es no ver nunca más un capítulo de ‘Perdidos’ […]