Por María de Álvaro:

Tengo una amiga que sostiene que los partidos políticos son como los tíos. O sea, todos iguales, pero los hay peores. Así me convenció la semana pasada para que bajase a votar y así me tiene, con el corazón en un puño, pensando a la vez en política y en tíos, con lo mal que mezcla eso. Que se lo digan si no a la probe del ex gobernador de Nueva York. Había que verle la cara de ‘cuando te pille en casa te la rompo’. Había que estar en su pellejo. Pero sin ponernos extremistas ni melodramáticos, no hace falta viajar a USA para comprobar cómo para casarse con un político hay que ser zen. Muy, muy zen, casi casi en plan Ovidio Sánchez. O sea, del tipo pase lo que pase yo ni me inmuto.

Aquí tenemos, por ejemplo, a la buena de Elvira, señora de Mariano, que a sufrida no la gana nadie. Que la vi hoy en el telediario pasando unas merecidas vacaciones (porque las vacaciones son siempre merecidas, como los marcos son incomparables). Y lo malo no es eso, faltaba más, lo malo es que el muy sinvergüenza me la llevó a Valencia con la corbata puesta y la cúpula en pleno del PP. Y no digo yo tampoco que eso esté mal, que daba algo por conocer a Rita Barberá, mujer de carácter y pelo imposible de la que soy fan fatal. Lo que está verdaderamente feo es que cuando uno quiere relajarse no se va de camping con la oficina en pleno, uno deja a los niños con la abuela y se hace un viajecito romántico. Pues eso, Mariano, estírate hombre, con los 2×1 que hay al Caribe.