Por María de Álvaro:

Onni Rellonen, 50 años y director gerente de una empresa en quiebra, es el hombre con una de las ”expresiones de tristeza más desoladoras de Finlandia”. Harto de su trabajo, de su familia y de su acidez de estómago, decide cortar por lo sano y engordar la estadística de su país, el ‘más suicida’ de Europa. La cosa es fácil, un revólver, un lugar apartado y fin de los problemas. Pero Onni Rellonen es, creo que ya lo había dicho, un tipo con muy mala suerte, así que cuando llega al pajar seleccionado -sí, un pajar, además de cenizo es un romántico- se encuentra con Hermanni Kemppainen, el coronel Hermanni Kemppainen, tan desesperado y tan suicida como él. Rellonen le ayuda a quitarse la soga del cuello, le cuenta lo suyo y a partir de ahí nace una amistad de por vida -dure ésta lo que dure- y empieza la novela más desternillante que he leído en mucho tiempo. La firma Arto Paasilinna, ex guardabosque, ex periodista y ex poeta que, según dice la tapa del libro, es todo un superventas en su país, que no es otro, claro, que Finlandia. Yo, lo confieso, no tenía ni idea de su existencia.

Director gerente y coronel deciden crear la Asociación Nacional de Amigos del Suicidio -o algo así- y no, no para andar por ahí desanimando al personal suicida, sino para organizar algo en condiciones y no convertir el trámite final en una chapuza. No destripo nada más, sólo un detalle con el que tuve que cerrar el libro en medio de una congestión: resulta que uno de los socios del club es algo optimista, con lo que está muy mal visto en el grupo. El tipo acaba confensando que él no se apuntó, que fue un vecino de particular sentido del humor, que quería así vengarse de una ocasión en la que él inscribió a su abuela en el concurso de Miss Finlandia. Y, por cierto, la mujer se llevó una gran desilusión porque le sobrevino la gripe y no pudo participar.

En fin, que se titula ‘Delicioso suicidio y grupo’ y que ya sé que recomendar libros en público es una osadía -gracias, Luis, esto no va por tí- y que adelanto que, si a alguien no le gusta, declino cualquier responsabilidad. No devuelvo el dinero ni el tiempo, pero la risa está garantizada. ¿Quién da más?