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Mi Baile de la Rosa

Por María de Álvaro:

Tenía el valentino preparado desde hace días. Había hablado con los niños de Nati (Abascal), con los dos, y estaban convencidos. Iban a ir uno de cada brazo sustituyendo a las muletas. Manolo (Blahnik) y Jimmy (Choo) se habían puesto por primera vez de acuerdo. O sea, que tenía listas unas sandalias con tres o cuatro números de diferencia entre una y otra, tan favorecedoras en el pie normal como en el hinchado. En resumen, no me faltaba detalle para ser, con permiso de Mario (Vaquerizo) y la tia Antoinette (Grimaldi), la reina del Baile de la Rosa.

Pero no, no pudo ser. Todo organizado y se olvidaron de mandarme la invitación, y mira que este año tenía hasta Paco (Clavel). Una pena y un transtorno, porque así, de buenas a primeras, el sábado me quedé sin plan. Y un sábado sin plan puede hacer mella en la autoestima de cualquiera, pero no si una es una chica de recursos. Mi caso. Después de barajar numerosísimas posibilidades y de consultar la agendillaaaaaa de teléfonooooos estilo David Summers opté por lo más sensato: película y camión de gomilas. Sí, camión, unidad de medida acuñada por mi hermano que sobrepasa con creces el concepto de ‘mucho’ e incluso el de ‘demasiado’.

Hacía años, muchos años, que no me daba un atracón de hiperglucemia de semejantes características. Hace de esto 48 horas y hoy, ya algo mejor del estómago, puedo concluir que atiborrarse de gominolas es como enamorarse del tío equivocado. O viceversa. Me explico. Al principio todo es felicidad y grandes expectativas, hay gominolas de ladrillo que saben como las nubes por más pinta de ladrillo que tengan, las hay con forma de tiburón y sabor a fresa, hay incluso regalices negros que ni te das cuenta de que amargan. Y sigues y sigues comiendo, encantada, feliz, hasta que llega de pronto una gominola que, chica, no sabes por qué, es la del cólico nefrítico. Antes de comerla tenías estómago para otros siete kilos. Después, para cambiarlo por un balón gástrico. Y el caso es que cuando empezaste ya intuías que ibas a acabar con dolor de barriga… Menos mal que el tiempo y el bicarbonato valen pa todo.

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