Sé todo en cada cosa. Pon cuanto eres
en lo mínimo que hagas.
Por eso la luna brilla toda
en cada lago, porque alta vive

Me lo dijo ayer Pessoa después del café y en medio de la resaca, cuando el efferalgan 1 gramo de cada domingo por la mañana aún no había empezado ni a hacer efecto. Pero como me lo dijo Pessoa le hice caso y me calcé la camiseta. La rojiblanca, se entiende. Y en la comida familiar, la de cada domingo, con el efferalgan 1 gramo a plena efervescencia, tuve que oir casi de todo. Que si firmamos el empate, que si con un punto ya vale. Y yo que ni de coña. Yo optimista. Viviendo alto. Y empezó el partido. Y cuando Carmelo coló el balón en la portería del Mallorca yo ya me veía en una final de la Champions contra el Chelsea. Con la rojiblanca, se entiende. Y cuando Bilic chutó a puerta entre grande y guaje en el patio de un colegio, que también puede ser muy grande, me vi más todavía. Aunque no fuese gol, que a veces no importa. Llegó el descanso y luego Canella, ese que dicen que ‘robamos’ al Oviedo. Pues vaya por Dios. Pues en la rula no pregunten, apunten. Y llegó el penalti, injusto como todos los penaltis en contra del equipo de uno, y el fallo de aquel probe contra el poste me supo tan bien o mejor que los dos goles. Y vinieron después tiempos -minutos- de sufrir un poco, que tampoco estuvieron mal, que sufrir es, a veces, sano. Y acabó el partido. Y empezó la liga. La nuestra. A ver si es verdad. A ver si el brillo de la luna no resulta esta vez un espejismo. ¡Puxa Sporting! Que ganas tenía de decirlo.

PD. La equipación, muy fea. Horrorosa.