Por María de Álvaro:
Subir y bajar la pierna con una bolsa de hielo en la rodilla es un ejercicio tan absurdo que deja mucho tiempo para pensar. Para pensar en otra cosa, claro. Y yo hoy, tan española como soy, me he puesto a maquinar en algo para hacerme rica, el verdadero deporte nacional, un deporte que me gusta mucho más que el que me ha encomendado el fisio para mi tibia rota. El caso es que me han salido varias opciones, todas ellas, por supuesto, con un requisito único e imprescindible: no tener que trabajar.
La primera que se me ha ocurrido es la de subastarme por internet en plan Scarlett Johanson. Nada, 30 segundos ante el espejo y opción desechada, que acabo pagando yo la cena fijo. Después me acordé de Berlusconi, tan preparado y tan listo que sugirió ayer a una estudiante que para arreglar sus problemas económicos se casase con un millonario. Como idea no me parece mala, pero Briatore ya está en capilla y el resto de superricos no me gustan. O no los conozco. Una pena.
Así que pensando y pensando y después de descartar algunas cosas fundamentalmente ilegales he optado por presentarme a las próximas elecciones, perder y dimitir. Voy a ser diputado raso, tipo Llamazares o Zaplana. Claro que mejor me apunto al senado, que además tienen piscina.