Nunca he sido partidaria de la lágrima en público. Estoy ahí -ahí y en los pañuelos que se pone para ir a Balmoral- con la Reina de Inglaterra. Por eso no me ha emocionado Roberto con sus lágrimas. A mí Roberto me emocionó otras veces. Normalmente, parando balones, pero también levantándose después de haber recibido uno en toda la boca del estómago y, sobre todo, jaleando a la mareona cuando el partido -el último- todavía no había ni terminado. Cuando dio por inaugurada la fiesta.
Por eso me da pena que se vaya. Por eso me ofenden las críticas. Esos que le llaman ahora mercenario. A todos esos les preguntaría si cambiarían ellos o no de trabajo si les doblasen el suelo. O si se lo subiesen considerablemente, q también me vale. Porque son futbolistas, no ong’s con patas. Por más que algunos las tengan estupendas. Así que nada más. O sí, que gracias, artista, que hasta cuando quieras.
PD. Conste que también estoy triste por lo de Portugal. Por Cristiano Ronaldo, claro. Y sí, esto es una provocación en toda regla. Que yo, por más que me haya aprendido qué es un fuera de juego, de fútbol sigo sin tener ni idea. Ustedes perdonen.