Uno de mis compañeros de café matinal se va hoy de vacaciones. Y antes de coger la puerta me ha dejado una perla: ‘Yo no es que esté exultante, es que estoy insultante’. No lo dudo, se le nota, pero los demás, también. Nos espere o no un veranito al calor del ordenador, de la zanja o del mostrador. Estamos insultantes porque pudimos. Y porque de aquí al domingo no nos vamos a quitar las ganas de ‘invadir Polonia’. Escuchando a Wagner o a los que siguen. Que tiemble la Merkel, la Volkswagen, el Bundesbank y hasta las salchichas de Frankfurt. ¡Ha triunfado la tortilla de patata!
PD. Y, por favor, a los amigos de sacar conclusiones extrañas advertirles que se lo tomen a coña, hombre, que es viernes, que… es sólo fútbol. But I like it!