Leyendo esta mañana la crónica de mi compañero Ramón Muñiz atrapado en el Huerna pasé mucho frío y algo de miedo. Y no porque mi compañero Ramón Muñiz escriba como los ángeles, que también, sino porque da frío y da, sobre todo, miedo que en pleno siglo XXI una región como la nuestra, un lugar en el que la nieve existe desde tiempos inmemoriales y no es precisamente una invitada extraña, pueda quedarse aislada. Y da más frío y más miedo todavía que lo que se corte sea una autopista de peaje. O sea, de pago. Y da más frío y más miedo aún que a los cientos de ‘encerrados’ se les cobrase primero y se les dijera, después, que aparcasen en la cuneta que de allí no salía nadie. Tipo ‘Viven’ pero sin los Andes de por medio. Y sin, que se sepa, nadie le diese un bocado a nadie.
Yo no hablo ahora de si para pasar el Huerna hay que pagar o no pagar. De si la culpa fue de Cascos que nos vendió o de Zapatero que prometió el rescate y nos vendió igualmente. Yo lo que digo es que si una empresa fabrica chorizos tiene que vender chorizos y si una empresa tiene una carretera es para que se circule por ella. Y eso cuesta dinero. Como la carne y el pimentón para hacer chorizos. Claro que también se pueden rellenar de aire. Y hasta de humo.
PD. Y esta es la crónica de Ramón Muñiz con la que hoy abre El Comercio su primera página. Por si alguien no la ha leído.
http://www.elcomerciodigital.com/gijon/20081216/asturias/dejado-pasar-20081216.html