En la entrevista de EL COMERCIO, del pasado domingo, le preguntan al presidente Areces si está a favor de trasladar los astilleros a El Musel. Respuesta: “Sinceramente, no puedo responder a esta pregunta. Esa idea no está contrastada por un estudio de viabilidad”. Es la primera vez en la vida que veo a Areces contestar con evasivas ante un tema concreto relacionado con la industria y el empleo. ¿El ex alcalde de Gijón y presidente del Principado no tiene una opinión sobre si Juliana Constructora debe estar dónde siempre estuvo o debe ir a alguno de los espacios del puerto gijonés? ¿Le faltan datos técnicos para decidir? No me lo puedo creer. La contestación de Areces se complementa con la postura del Ayuntamiento de Gijón, al asegurar que mantendrá como industrial el terreno de la bahía ocupado por los astilleros, aún en el caso de que no se construyan barcos. Debe ser que el lugar está consagrado.
Con esos miedos y esas medias tintas la gobernación se convierte en mera rutina, en más de lo mismo. Así no se acomete la reestructuración universitaria ni se asegura el aprovisionamiento de agua de calidad a toda la región ni se acaba con el escándalo de la vivienda ni se garantiza el tratamiento de residuos sólidos ni se termina con la hijuela de repartir equipamientos culturales clónicos por las ciudades de la región. Hay que saber decir “sí” y “no”, sin temor a la contestación.