Juan Neira
A los cincuenta días de la ruptura del alto el fuego, ETA ha hecho estallar dos pequeños artefactos en los Pirineos navarros sin que causaran daños ni personales ni materiales. La jornada reina del Tour de Francia, con final en la mítica cumbre del Aubisque, fue el motivo aparente que inspiró la “hazaña” del grupo terrorista, pensando en la repercusión mediática del atentado. Hagamos un breve balance de los dos meses transcurridos desde que ETA renovó su amenaza.
Nadie esperaba tanta tardanza en atentar. Hasta que logró colocar las dos pequeñas bombas, quince activistas de ETA fueron detenidos. Si a ello sumamos la caída del grueso del comando Donosti, antes de las elecciones, hay que concluir que las policías española y francesa han causado daños sensibles a la estructura de ETA en este tiempo. En los últimos días se ha especulado sobre la hipotética reconstrucción del comando Madrid y sobre la posible introducción de un comando en Andalucía. Puede ser. Es posible que estemos, por desgracia, en vísperas de atentados cruentos, pero los datos del presente invitan a pensar que la situación es otra: la banda está débil y, sobre todo, la Policía sigue muy bien los pasos de sus activistas. Para una organización que mantuvo un proceso de negociación con el Gobierno y lo rompió unilateralmente, no hay mayor descrédito que ver cómo caen en manos de la Policía sus “liberados”, mientras quedan abortados sus planes de atentar en la costa Mediterránea, Santander, Andalucía y el propio País Vasco.
El ministro del Interior ha advertido que la Policía no siempre va a tener suerte.
Hace bien en lanzar ese mensaje, pero las cosas han evolucionado mejor de lo previsto desde que la banda declaró abiertos “todos los frentes”.
Desde la última gran oleada de atentados, hace ahora justamente siete años, la Policía ha detenido a centenares de etarras. Ni el contexto internacional, ni el estado de la opinión pública vasca, ni la situación interna de la banda obligan a pensar en la necesidad de reabrir procesos de paz. La fuerza de la democracia y la profesionalidad de la Policía son suficientes. Un ejemplo: Otegi acaba de abrir una página web para pedir su excarcelación. Nadie se acuerda de él y eso que vive en San Sebastián.