Desde la fiesta-mitin de La Camperona,Jesús Gutiérrez, número dos de la FSA, ha lanzado un aviso para navegantes, al afirmar que el Gobierno regional debe saber gestionar, pero también tiene que hacer política con mayúsculas. ¿Está preparado el Ejecutivo de Areces para ello? En el anterior mandato no hizo falta hacer política con mayúsculas, porque el Parlamento quedó convertido en una balsa de aceite al pactar un gobierno de coalición con IU. La falta de garra del PP y el peso de la aritmética parlamentaria hizo que gobernar fuera lo mismo que administrar. Por si había alguna dificultad fuera de las instituciones, llegó en el primer año del mandato el triunfo providencial de Zapatero en las urnas, y desde Madrid se concedió todo lo que se pedía, empezando por el Plan del Carbón más generoso que minero alguno pueda soñar y terminando por el compromiso de financiar la carretera desde La Espina hasta Ponferrada. La única excepción fue la supresión del peaje del Huerna, que no fue posible convertir en realidad, y por eso se habla tanto del peaje de marras.
En las dos legislaturas pasadas, los gobiernos de Álvarez Areces tuvieron un perfil más técnico o administrativo que político. Ni estaban preparados para las batallas internas dentro de la familia socialista, como en la primera legislatura (1999-2003), ni tenían capacidad para participar en el debate territorial entre comunidades autónomas abierto por Zapatero, como ocurrió en la segunda legislatura (2003-2007). Puestos a darle vueltas a las insuficiencias de los equipos de Álvarez Areces llegué a la conclusión de que sus carencias políticas se deben al gusto del presidente por asumir en primera persona esa responsabilidad ante el Parlamento, ante su propia organización,ante los sindicatos, los ayuntamientos y el resto de comunidades autónomas.
En esto mandato hay que dar muchas explicaciones, comparecer ante los medios con frecuencia y tratar de convencer a la sociedad. No basta con tomar decisiones en los consejos de Gobierno. Esta tarea no le incumbe sólo al Ejecutivo, sino que recaerá también sobre el grupo parlamentario socialista, ya que las principales decisiones se van a tomar en la Junta. Ese es el precio de perder un aliado.