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Juan Neira

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ENSEÑANZAS DE UNQUERA-LLANES

Los retrasos en la autovía hay que entenderlos en “clave asturiana”




La buena noticia para Asturias, de este verano, es la licitación del tramo, Unquera-Llanes, de la autovía del Cantábrico, por 232 millones de euros. De todas las actuaciones que hay pendientes en nuestra región es la más necesaria, por los retrasos que acumula la obra y por el cuello de botella que constituye la carretera entre Unquera y Llanes, al estar incrustada en medio del ramal de la autovía que une el centro de Asturias y Santander, abierto al tráfico hace varios años.

La rocambolesca historia judicial que tuvo que soportar el tramo, Unquera-Llanes, y la batalla política librada entre el Gobierno de Aznar y los socialistas, en torno a esa actuación, son muy conocidas. No obstante, con la perspectiva que da el tiempo, no me resisto a sacar algunas enseñanzas, aunque sean asaz inconvenientes.

Cuando se hizo el primer estudio informativo, allá por el año 1989, el tramo era mucho más largo: Unquera-Llovio. Poco después, ante la lluvia de alegaciones, el Gobierno de Felipe González lo dividió en dos, Unquera-Llanes (con muchas alegaciones) y Llanes-Llovio (con pocas alegaciones). Este último tramo lo inauguró, en el año 1999, el entonces ministro de Fomento del PP, Arias-Salgado (por cierto, lo inauguró por teléfono, mientras reconocía el tramo Cueto-Latores de la circunvalación de Oviedo, porque tenía prisa por regresar a Madrid, tras una bronca monumental con el presidente Areces). Ya pasaron ocho años. ¡Qué distinta suerte han corrido estos dos tramos de la autovía del Cantábrico!

El Gobierno socialista planteó un trazado para el tramo, Unquera-Llanes, que fue recurrido por un grupo ecologista, porque alegó que era preciso, por ley, proponer tres corredores y no tres trazados, y ganó el recurso ante los tribunales. Nuevo retraso, y vuelta a sacar a información pública los tres corredores, hasta que en el mes de abril de 1996 retomara el Gobierno de Aznar las actuaciones. El presidente del Principado, Sergio Marqués, y el ministro de Fomento, Arias-Salgado, estaban muy interesados en agilizar los trámites administrativos para que en el año 2000 estuviera ya el tramo en obras. Optaron por la llamada, “alternativa Sur” y comenzó la controversia legal con la asociación Peña Tu, aunque el ministerio, tras un nuevo estudio, se ratificó en la opción propuesta.

Al final de la primera legislatura de Aznar la tramitación del tramo, Unquera-Llanes, estaba ultimada, el proyecto aprobado, y listo para sacar a licitación el subtramo, Llanes-Buelna. Hasta tal punto se daba todo por hecho, que Hidrocantábrico se puso en contacto con el Ayuntamiento de Llanes para comunicar por dónde iba a ir el tendido eléctrico… Pero, luego, llegó la peripecia judicial, el gran parón de las actuaciones y, posteriormente, la decisión del Ministerio de Fomento de empezar desde cero la tramitación administrativa con un nuevo estudio informativo.

Todo lo sucedido es una demostración de los enredos de la burocracia y el daño de la politiquería. Aunque alguno se escandalice, me gustaría saber en qué han mejorado los estudios informativos, los impactos de estudio ambiental, las miles de alegaciones, las batallas vecinales y los recursos de los tribunales, el trazado de la autovía ¿Es mucho mejor el trazado definitivo que las propuestas de los primeros años noventa del siglo pasado? Las ventajas no son muy perceptibles, pero el costo de lo ocurrido se puede medir en el tiempo perdido, que dada la fecha en que fue inaugurado el tramo, Unquera-Llovio, puede cifrarse en once o doce años. El retraso hay que verlo en clave asturiana, porque asturianos son sus protagonistas.

Nunca entendí las batallas políticas en nuestra región por los retrasos de un semestre o de un año en la inauguración de una obra. Me parece que la acusada hipersensibilidad con los plazos de terminación de las carreteras sólo se da en Asturias. Sin embargo, no cabe decir lo mismo cuando los retrasos son de una docena de años. El día que se inaugure el tramo, Unquera-Llanes, la autovía del Cantábrico irá desde el País Vasco hasta Galicia, sin interrupción. Nadie imaginaba que sería más fácil llegar hasta el Eo, construyendo la autovía del Cantábrico desde el Este, que hasta Tinamayor.

Todo el mundo se felicita por la noticia del verano, pero es preciso sacar enseñanzas. No voy a abundar en la necesidad de que los estudios técnicos sean rigurosos y no contengan errores o falsedades, porque es algo obvio. Sin embargo, no se suele reparar en un hecho paradójico. Somos la región que más demanda inversión en comunicaciones, para luego llenar de obstáculos la construcción de las carreteras. Casi estoy tentado de escribir que resulta rentable políticamente poner trabas a los trazados. Lo mismo sucede con las líneas eléctricas de alta capacidad, con los embalses o con las incineradoras. Queremos hacer tortilla sin romper la cáscara de los huevos.

Cuando llegó Zapatero a los Oscos se especulaba con la posibilidad de que trajera en la maleta alguna buena noticia para Asturias. Los vaticinios iban por el lado de una rebaja en el peaje del Huerna. Al terminar las vacaciones presidenciales sin ningún anuncio específico para Asturias, distintos portavoces políticos se apresuraron a decir que se trataba de una ocasión perdida. Del primer Consejo de Ministros saltó la noticia: la mayor licitación, en una actuación en carreteras, de la historia de Asturias. Parece el típico “estilo Zapatero”, preocupado siempre por sorprender, bien sea al realizar un cambio de ministros o una licitación de carreteras.

La inversión en infraestructuras es muy alta, porque la recaudación fiscal lo permite. Hay que aprovechar estos años de vacas gordas, porque el día que se ralentice la creación de empleo (menos ingresos por IRPF), baje el consumo (menos ingresos por IVA) y haya una disminución de beneficios empresariales (menos ingresos por Impuesto de Sociedades), la licitación y ejecución de obra pública sufrirá un decremento. Resulta muy seductor presentar la inversión en una obra pública como ejemplo de compromiso con una comunidad autónoma, pero todo depende de Hacienda. Es fácil ser generoso cuando hay dinero en la caja. Quizás, por eso, Zapatero es un gobernante con suerte.

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por JUAN NEIRA

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