El Gobierno e IU han acordado dentro de la política de apoyo a la familia realizar inversiones en guarderías para que todos los niños entre cero y tres años puedan tener plaza en uno de esos equipamientos infantiles. Se trata de una medida clásica dentro de la política social, inspirada en la inversión en servicios públicos para dar las mismas oportunidades a los ciudadanos con independencia de la renta que posean. Los ricos pagan más impuestos que los pobres, pero los hijos de ambos se sientan juntos sobre el suelo de corcho de las guarderías. Lo mismo cabe decir de los hospitales, los centros de salud, los colegios de primaria, los institutos, la universidad, los centros de día, los geriátricos, etcétera.
Llama la atención que esta medida se inserte dentro de la política del cheque por bebé, cuando se trata de dos filosofías distintas. En el último debate sobre el Estado de la nación, Zapatero prometió, inesperadamente, dar 2.500 euros a cada pareja que tenga un hijo (Areces vio la oportunidad y se sumó al regalo con otros 500 euros), sin discriminar entre familias por razón de su renta. En vez de destinar recursos para fortalecer los servicios públicos, Zapatero optó por la política fácil y populista de dar una alegría a los padres de todo tipo de clases sociales. Tomar dinero de los Presupuestos Generales del Estado para dar ese premio a los padres de toda condición, no es, precisamente, una política muy progresista. La generalización de las guarderías está bien, y mal la universalización de los premios por paternidad.
El asunto se presta a otra consideración política, porque la red de guarderías viene avalada por el PSOE e IU. Este último partido es uno de los pequeños grupos que respaldan de Zapatero (2 diputados en Cataluña y tres en el resto de España), aunque se pasa medio mandato despotricando contra el presidente por dejarse presionar por el PP. La cuestión está en saber si una medida semejante del presidente Areces sería avalada por IU, o si rechazaría el apoyo al Gobierno regional hasta que vuelva a su seno. Esto lleva a otra consideración más de fondo: ¿cómo le habrá sentado a Zapatero el divorcio de la izquierda asturiana?. El debate sobre el estado de la región nos dará nuevas pistas.