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Juan Neira

LARGO DE CAFE

HASTA AQUÍ HEMOS LLEGADO

Los discursos de algunos prelados en la multitudinaria concentración del pasado domingo en defensa de la familia cristiana han provocado un comunicado de respuesta de la dirección del PSOE bajo el expresivo título de “las cosas en su sitio”. Si el cardenal García-Gasco había dicho que los ataques a la familia conducen a la disolución de la democracia y el cardenal Antonio Cañizares había afirmado que los cimientos de las familias se veían amenazados por legislaciones injustas, la dirección del partido en el gobierno quiso restar legitimidad a la crítica eclesial diciendo que no hay otra autoridad democrática que la constitucional. La Ejecutiva Federal del PSOE dio a entender que quien se aparta de los principios democráticos es la jerarquía católica española con sus descalificaciones al Gobierno.
Hace unas semanas, la vicepresidenta Fernández de la Vega visitó El Vaticano, con la cabeza cubierta, y pronunció palabras en latín ante un grupo de prelados, buscando recomponer en Roma lo que se rompió en Madrid. A la vista de lo que ahora ha sucedido el viaje fue en balde, porque la concentración en defensa de la familia contó con el apoyo del Vaticano. Si el Gobierno basaba su diplomacia en la premisa de que hay dos sectores en la cúpula de la Iglesia española, una dialogante y moderada, y la otra radical y enemiga del Gobierno, ha fracasado. Puede que la premisa del análisis sea válida, como elemento descriptivo de la pluralidad de la jerarquía católica, pero no le sirve al Ejecutivo para aliarse con unos y aislar a los otros, porque la Iglesia, como institución, con Roma a la cabeza, todavía no ha digerido algunos cambios legislativos realizados en este mandato, como la ampliación del matrimonio a las parejas del mismo sexo. Es probable que el Vaticano no esperara que en España se produjera un giro de ese tipo y se encuentra decepcionado.
Desde un punto de vista político, el choque entre el PSOE y la Iglesia supone un punto de inflexión en sus relaciones. A dos meses de las elecciones generales, el PSOE puede sufrir una cierta deserción del voto católico, pero el PP puede quedar reducido a una especie de democracia cristiana. Con “las cosas en su sitio” los socialistas quieren decir hasta aquí hemos llegado.

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por JUAN NEIRA

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