La candidatura del PP, con Gabino de Lorenzo y Pilar Fernández Pardo, supone un corte con el pasado
LA expectación y el hermetismo por conocer la candidatura electoral del PP han dado paso a una solución salomónica, con Gabino de Lorenzo, de cabeza de lista, y Pilar Fernández Pardo, en segundo lugar. Los dos vicepresidentes del PP asturiano se ponen al frente de la lista que acompañará a Mariano Rajoy en su intento de hacerse con el poder. A esa propuesta debe Madrid dar luz verde. El actual presidente del PP regional, Ovidio Sánchez, aplaude, oficialmente, la entente electoral de los vicepresidentes, para concentrarse en la tarea del liderazgo interno y en la guía del grupo parlamentario popular de la Junta General del Principado. La realidad es muy distinta, porque al dar De Lorenzo el paso histórico de salir de Oviedo para ampliar su radio de influencia política, las posibilidades de liderazgo de Ovidio quedan anuladas.
Como ocurre tantas veces, la aprobación de una lista electoral sirve para visualizar los cambios que se estaban operando en el poder. La tercera derrota electoral de Ovidio Sánchez, en las elecciones autonómicas, había abierto un periodo de provisionalidad en la dirección del partido. La formación de una candidatura en la que no están ni Ovidio Sánchez ni Isidro Fernández Rozada, preludia los profundos cambios que habrá en el próximo congreso regional del PP. Nadie se puede creer que los líderes de las dos principales organizaciones municipales del PP estén sentados en el Congreso de los Diputados, mientras Ovidio Sánchez dirige la batuta en Asturias. Gabino de Lorenzo y Pilar Fernández Pardo están llamados a hacerse con el poder de su partido en Asturias. Pueden hacerlo de forma consensuada, o enfrentarse apoyados en circunstanciales aliados; en el segundo caso el resultado final no sería estable. En cualquier supuesto, lo que es seguro es que Ovidio Sánchez no planteará resistencias, porque el actual presidente del PP hizo de la evitación de los conflictos su principal táctica política.
Una lista encabezada por Gabino de Lorenzo tiene un mayor atractivo para el votante que si tira de ella Isidro Fernández Rozada, Ovidio Sánchez o Jaime Reinares. El alcalde de Oviedo lleva cinco elecciones ganadas, cuatro de ellas por mayoría absoluta. Ahora bien, la personalidad de Gabino está muy identificada con los intereses de su ciudad, y puede sufrir un rechazo en las urnas gijonesas. Las bromas y los sarcasmos de Gabino con Gijón no son, precisamente, el mejor gancho electoral. Todavía está en la mente de todos los gijoneses las agrias declaraciones del alcalde capitalino para que la sede del Instituto de la Mujer no se trasladase a Gijón. La única forma de contrarrestar la dimensión carbayona de Gabino consiste en llevar de número dos a Pilar Fernández Pardo. Así se blinda De Lorenzo de las críticas localistas.
Todas estas consideraciones serían muy pertinentes en unos comicios autonómicos, pero tratándose de elecciones generales hay que relativizar la influencia de los nombres en las listas provinciales. Para el ciudadano ovetense, gijonés, sevillano, valenciano o burgalés, lo que está en juego es la Presidencia del Gobierno, y el duelo se produce entre Zapatero y Rajoy. La coyuntura política se ha ido enconando a lo largo de la legislatura, de la mano del investigación parlamentaria del 11-M, la reforma del Estatuto de Autonomía de Cataluña, la ampliación del matrimonio a las personas del mismo sexo, el llamado “proceso de paz”, las manifestaciones de derechas en Madrid, la peripecia penitenciaria de De Juana y el bloqueo de instituciones judiciales, como el Tribunal Constitucional. La cosa está que arde. Los filosocialistas votarán a Zapatero, con independencia de los candidatos que tenga el PSOE en las circunscripciones provinciales, y los ‘peperos’ apoyarán a Rajoy, sin distinguir entre apellidos. Esa es la norma, aunque haya excepciones.
Cabe añadir que este razonamiento se acepta muy mal en nuestra región, porque hubo algún destacado político asturiano que puso mucho interés en vender la moto del análisis electoral nacional en clave asturiana. Las elecciones no las ganaban González o Aznar, sino los primeros en la lista de la provincia.
El número uno de la candidatura socialista, Álvaro Cuesta, ha declarado que se muestra dispuesto a un gran debate con Gabino de Lorenzo. Se trata de una declaración habitual, de las que se cruzan entre candidatos para levantar los ánimos de las masas de votantes dormidos, pero nos da pie para realizar una reflexión muy oportuna. Vamos a ella.
De Lorenzo y Álvaro Cuesta se vieron las caras en las urnas municipales, el 27 de mayo de 1995. Gabino ganó por goleada, sacando el 63% de los votos y obteniendo 18 concejales. Cuesta formó un escueto grupo socialista con 6 ediles. Álvaro Cuesta no quería competir por la alcaldía de Oviedo, porque estaba cómodamente instalado en el Congreso de los Diputados. El Soma mandaba en la FSA y Cuesta fue al sacrificio.
Al constituirse la Corporación, para sorpresa de amigos y enemigos, De Lorenzo y Cuesta firmaron un “pacto de caballeros”, con el que dieron paso al desarrollo de la ciudad, pese a que a De Lorenzo le sobraban escaños para gobernar por su cuenta. El primer acuerdo del pacto fue sacar al Ayuntamiento de Oviedo de Sogepsa y crear Gesuosa, poniendo de director-gerente de la sociedad a Luis Gómez, economista con carné socialista y afín al Soma. Oviedo hizo en ese mandato, 1995-1999, más obras que en toda su historia: auditorio, estadio de fútbol, hípico, campo de golf, Las Campas, Villafría, losa sobre la Renfe, etcétera. Álvaro Cuesta abandonó el Ayuntamiento de Oviedo, y la ciudad volvió a ser gobernada por la mayoría monocolor del PP. Desde entonces, y van casi nueve años, el principal cambio urbano se debe a la iniciativa privada: Palacio de Congresos.
Los principales ejes de fuerza de la política asturiana no están a la vista de todos, alineados según los colores de los partidos políticos. Hay otros agrupamientos que están por encima de las siglas. Otro ejemplo. A Álvaro Cuesta lo sucedió Leopoldo Tolivar, al frente de la lista municipal, y la propaganda electoral socialista escribió mal su nombre. La noria de la política asturiana hace ahora reencontrarse a antiguos rivales, como les pasa a los niños cuando suben y bajan de los caballitos.