El presidente del PP regional considera que las especulaciones sobre la candidatura al Congreso de los Diputados dieron paso a una lista impuesta por el partido, que es el que tiene la obligación de presentarla. No se trataba de simples cábalas, sino de una propuesta del cabeza de candidatura, De Lorenzo, que contaba con el apoyo de las dos principales organizaciones del PP asturiano, las de Gijón y Oviedo. Una alternativa así es algo más que un comentario de café. No le correspondía a De Lorenzo presentar candidatos, pero no tiene mucho sentido que se aplauda con entusiasmo el salto a la política nacional de Gabino y que luego se rechace el método de elaborar la lista, basado en la representatividad territorial.
La candidatura aprobada por el comité electoral regional y confirmada por el comité electoral nacional debería ser representativa del sentir de las bases militantes del PP, pero no ha sido recibida con gran entusiasmo, más allá de los parabienes que le prodiga Ovidio Sánchez. En Gijón, las huestes de Pilar Fernández Pardo pasan por la humillación de verse relegadas y ninguneadas por el aparato del partido, lo que en su caso significa lluvia sobre suelo mojado. De Lorenzo también ha tenido que aceptar el reajuste de nombres realizado por el aparato, porque en caso contrario sería sustituido por otro dirigente. Podrían estar contentos los seguidores de Ovidio Sánchez, pero el presidente del PP regional es un dirigente atípico que no cuenta con seguidores, sino que se limita a ocupar el enorme hueco dejado al derrumbarse el edificio del PP asturiano tras la crisis del Gobierno de Marqués. En conclusión, los únicos contentos son Ovidio y Rozada.
Desde que Gabino de Lorenzo entró en competencia electoral, hubo mucha gente que empezó a contar los votos que ganaría el PP. No creo que sea así. Los sufragios se los reparten Zapatero y Rajoy. Los asturianos, como los andaluces o los gallegos, votaremos en clave nacional. La gente siente que de la urna sale un gobierno, no tal o cual diputado. Si se piensa en el resultado de las elecciones, los cambios en la candidatura no producirán variaciones apreciables. Sin embargo, la imposición del aparato no será baladí: habrá un congreso de revancha.