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Juan Neira

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EL PRECIO DEL VOTO

Zapatero realizó una propuesta sencilla y atractiva: entregar 400 euros a todos los asalariados y pensionistas que paguen el Impuesto de la Renta (IRPF). A todos, sin excepción ni discriminación, el mismo envío: 400 euros. Un mensaje que penetra en la mente más refractaria al discurso político. El presidente buscaba una medida de impacto y logró que se le escuchara y se le entendiera, ya que desde el mismo momento del anuncio no se habla de otra cosa. El problema para Zapatero es que todo el mundo ha captado la relación causa a efecto, entrega de 400 euros y petición de voto. Y ha unido ambas cuestiones para encajar el puzzle: el voto a ZP vale 400 euros. Entregar dinero a un adulto es lo más parecido a dar caramelos a un niño: una relación marcada por el interés; el placer del pequeño va ligada a la atención y la preferencia por el tutor benefactor. Entregar 400 euros a la gente que paga el más importante de todos los impuestos no tiene mucho que ver con una reforma fiscal, porque las exenciones y las devoluciones de Hacienda no son un regalo del poder.

Al darse cuenta del contraproducente efecto producido, el presidente ha abundado en explicaciones, al referirse a los 400 euros como una medida provisional hasta que se haga una reforma del IRPF que bajará los tipos impositivos. No obstante, puesto a ver el lado positivo de la medida, ha relacionado la devolución de 400 euros a los contribuyentes con la creación de 100.000 puestos de trabajo. Es una pena que no devuelva el cuádruple o el quíntuple de la cantidad prometida para crear 400.000 ó 500.000 empleos. Ofende al sentido común hacer ese tipo de razonamientos. Cualquier medida económica tiene mil implicaciones y dar dinero a la gente puede relanzar el consumo y crear empleo, pero también aumentará la inflación o crecerá el déficit exterior que destruyen puestos de trabajo. En cualquier caso, si no hay ningún atisbo de crisis económica (tesis oficial del Gobierno) no se entiende por qué hay que aumentar la liquidez de los particulares.

Zapatero y Rajoy se han lanzado a una demagógica y loca carrera de rebajas fiscales para ganar papeletas en las urnas. Vistas así las cosas, prefiero la solución de Llamazares: ese dinero para paliar el déficit de la Sanidad.

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por JUAN NEIRA

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