Zapatero recuerda que el AVE del Cantábrico está incluido en el Plan Estratégico de Infraestructuras y Transporte (PEIT), y espera que en la próxima legislatura los ministerios de Fomento y Medio Ambiente acuerden un trazado que se pueda consensuar con las instituciones y los afectados por la infraestructura ferroviaria. Un mensaje cauto, que no contradice el planteamiento de los socialistas asturianos, aunque tampoco da pistas sobre lo que pueda acabar ocurriendo con esta línea de alta velocidad.
El Transcantábrico no estaba contemplado en los planes de infraestructuras del Gobierno de Aznar, sino que fue una medida improvisada fruto del desastre del Prestige. Para compensar por las pérdidas ocasionadas por el chapapote, el Gobierno del PP redactó el Plan Galicia, que tenía como medida estrella la construcción de una línea de alta velocidad a lo largo de toda la cornisa Cantábrica. Años más tarde, algunos de los gobiernos autonómicos afectados por esta infraestructura mostraron interés por la obra (caso del Gobierno de Cantabria) mientras que otros, como el asturiano, jamás la reclamaron.
El PP regional, con Ovidio Sánchez y Gabino de Lorenzo a la cabeza, reivindican el Ave del Cantábrico. El alcalde de Oviedo habla, incluso, de programar paradas en las alas de la región. Sin embargo, los socialistas sólo aceptan el Transcantábrico en determinadas condiciones. Ayer, en Canal 10, Álvaro Cuesta lo expresaba con mucha claridad: en caso de escoger entre salvar la costa o contar con la línea de alta velocidad, el candidato socialista se mostró partidario de salvar la costa. ¿Qué ocurrirá con esta línea de alta velocidad?
La primera consideración a realizar es de orden económico. Construir el Transcantábrico no costará menos de 10.000 millones de euros, así que en tiempos de desaceleración económica (o crisis) todos los trámites relacionados con esta infraestructura se van a ralentizar. Fijar un trazado consensuado por las cuatro comunidades autónomas (Galicia, Asturias, Cantabria y País Vasco), como preconiza Zapatero, llevará mucho tiempo. En Cantabria tienen muy claro las ventajas de la comunicación por alta velocidad con el País Vasco, y por ahí empezará la obra, probablemente. Poco a poco, tramo a tramo, según dicten los vaivenes económicos y las trifulcas políticas, se irá construyendo el Transcantábrico. En Asturias, lo ideal es que entre desde Galicia por el interior, y respete la rasa costera. En el trazado de la Asturias oriental, después de pasar Piloña y Parres, la línea debe avanzar con el recurso de los túneles, porque entre los Picos de Europa, la Sierra de Cuera y la costa, no hay sitio para una línea de alta velocidad.
Como todo queda tan diferido en el tiempo, lo que cabe establecer ahora son algunos principios. En contra de lo que piensan muchos socialistas asturianos, el AVE de la cornisa Cantábrica no es un lujo prescindible. Las líneas de alta velocidad, con el avión y el tráfico marítimo, son los grandes medios de comunicación de personas y mercancías del siglo XXI. Aunque la costa no se hubiera manchado nunca de chapapote, algún gobierno en algún momento planearía esa actuación. La cornisa Cantábrica está muy poblada, y dentro de 30 ó 40 años, con una sociedad volcada en los servicios, la posibilidad de viajar desde el centro de Asturias en una hora a San Sebastián y en poco más de hora y media a Burdeos será una necesidad. Casi toda la población estará concentrada en el centro de la región, así que las paradas en las alas no serán posibles ni necesarias. La protección del medioambiente exige un mayor coste en la construcción de infraestructuras pero no su renuncia.