El avance del PCE, tras el abandono de Llamazares, puede reactivar la estrategia nacionalista de la coalición de izquierdas en Asturias
Esta semana tendrá lugar el debate de investidura de Zapatero con el que se inicia un nuevo ciclo de la política nacional, un mes después de haberse celebrado las elecciones generales. Un vivo contraste con lo que ocurre en Asturias, con la Junta General del Principado aparcada en vía muerta desde las Navidades. La clase política asturiana ha decidido tomarse un impasse, tras el rechazo del proyecto presupuestario del Gobierno regional para el 2008, y la atención está puesta en la política nacional, como si hubiese quedado anulada la posibilidad de hacer política desde las instituciones autonómicas.
Con gran retraso, a mediados de este mes, arrancará el debate sobre la reforma del Estatuto de Autonomía. La sintonía entre el PSOE y el PP, en este asunto, no despeja los interrogantes que pesan sobre la actual legislatura autonómica, porque aunque entre los dos grandes partidos sumen 41 diputados, hay muy pocas cuestiones en las que estarán dispuestos a ponerse de acuerdo. La alianza entre PSOE y PP puede darse en la reforma del Estatuto o en la financiación autonómica, pero no cabe trasladarla a la gestión de los asuntos ordinarios, donde el PP tiene muy claro que es oposición y alternativa a los socialistas. Los interrogantes que pesan sobre la legislatura, entre los que está la posible convocatoria anticipada de elecciones, sólo se despejarán cuándo se sepa lo que va a hacer IU.
El batacazo electoral de IU no era la hipótesis más apetecida por el Gobierno socialista. Por extraño que parezca, desde el seno del Gobierno regional se temía la debacle de IU, porque la pérdida de escaños facilitaba el recurso de tirarse al monte. Una fuerza política derrotada y con crisis interna puede optar por la estrategia más descabellada. Ahora, sucedido el desastre electoral, en círculos socialistas se reactualiza la tesis con una imagen: «IU es tan peligrosa como un mono con una escopeta cargada».
La Asamblea que va a celebrar IU, en junio, tendrá mucha influencia en Asturias. En principio, el sector del PCE, con el aceptable resultado sacado en algunos territorios bajo su influencia, va a ir al ataque, y los oficialistas de IU, apiñados hasta ayer en torno a Gaspar Llamazares, no van a poder cerrarles el paso. El discurso postelectoral de Llamazares, tratando de convertir el desastre en las urnas en una consecuencia del injusto sistema electoral, no pasa de ser una disculpa, porque con el mismo sistema de adjudicar escaños el PCE, en el año 1979, e IU, en la década de los noventa del siglo pasado, superaron los veinte diputados. En la Asamblea de IU es probable que se llegue a una suerte de componenda o de recomposición de fuerzas, con el sector comunista en alza.
El debate entre sectores en IU se ha desarrollado siempre utilizando al PSOE como elemento de contraste. En la pasada campaña electoral, Llamazares reclamaba el derecho a ser ministro en el futuro Gobierno de Zapatero y tras el recuento de votos busca atajos para gozar de medio grupo parlamentario, con ERC como socio. Los dos diputados de IU no apoyarán la investidura de Zapatero, pero se trata de una postura testimonial. Llamazares deja el liderazgo de IU y la estrategia de colaboración con el PSOE llega a su fin.
Si IU analizase su trayectoria de decrecimiento electoral, con amplitud de miras, comprendería que los apoyos al PSOE no son la única ni la más importante causa de su menguada expresión parlamentaria. Es mucho más importante su incapacidad para renovar su discurso (por ejemplo, CC OO sí lo ha hecho) y la demagógica forma de tejer alianzas, que le llevó a apoyar a fuerzas nacionalistas, por puro oportunismo, aunque fuese de una forma tan desdichada como en el Ayuntamiento de Mondragón. Pero la única referencia para IU es el PSOE, así que si Llamazares cosechó un fracaso electoral jugando la carta de socio preferente de Zapatero, ahora toca cambiar de estrategia.
La vía asturiana
Ese es el marco general previsible que va a influir en lo que haga IU en Asturias. El acercamiento de posturas con el Gobierno de Areces quedará congelado hasta la Asamblea de junio. Una vez que haya pasado el verano, la reforma del Estatuto de Autonomía puede convertirse en un nuevo e insuperable obstáculo para la convergencia entre las dos fuerzas de izquierda. La oficialidad de la llingua quizás sea el típico argumento artificial para provocar una división real. No es fácil que IU dé el visto bueno a una reforma estatutaria sin ambición identitaria y es prácticamente imposible que el PSOE, tras el excelente resultado logrado el 9 de marzo, se apreste a consensuar un Estatuto escorado desde las primeras líneas del preámbulo a la búsqueda de un texto de máximos, siguiendo el formato del ‘Estatut’.
De lo expuesto se deduce que las posibilidades de reeditar una alianza entre las dos fuerzas de izquierda en Asturias es ahora mucho menor que al empezar el mandato autonómico. En España, IU va a distanciarse de Zapatero, y en Asturias ya hay distancia con el Principado, pero surgirán argumentos más objetivos para la relación hostil que los expuestos hasta la fecha (la falta de generosidad del PSOE para repartir consejerías).
Aún con todo, todavía quedan dudas sobre el rumbo que va a tomar IU en Asturias. La recuperación de terreno perdido por parte del PCE, dentro de la estructura federal de IU, es probable que no tenga traslación a nuestra región. Dos razones invitan a pensar en esa dirección. La primera es obvia: el choque con el grupo de Francisco de Asís y ‘Rivi’ ha sido fortísimo, así que no hay posible recomposición de relaciones. Pero hay más.
En Asturias, IU tuvo un porcentaje de votos que dobló la media nacional, así que hay margen para otras vías. En este punto del razonamiento es donde se cruza el debate de la reforma autonómica, donde IU puede quedar fuera del acuerdo reivindicando un discurso de corte nacionalista o regionalista (que escoja cada lector la etiqueta). Quiero decir que las posiciones esbozadas por Valledor en anteriores legislaturas pueden convertirse en el nuevo dogma de IU de Asturias. Una IU asturiana, poscomunista, enraizada en tesis nacionalistas o regionalistas y ecologistas. Dicho de otra forma: un grupo opositor con la escopeta cargada.