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Juan Neira

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Un Ejecutivo de gestos

Rodríguez Zapatero pone el acento en la incorporación de ministras dentro de un equipo con sorpresas y contradicciones

Hablemos del Gobierno. Para analizarlo, guiémonos por la explicación dada por el presidente Zapatero al configurar el nuevo Ejecutivo en torno a tres ejes: desafío económico, lucha contra el cambio climático y política de igualdad. A los dos primeros se ha referido de una forma muy somera, con un apunte sobre el nuevo patrón de crecimiento y otro sobre la problemática del cambio climático, para centrarse de una manera extensa en el sesgo que introducen las incorporaciones de mujeres al Gobierno: la más joven de la democracia (Bibiana Aído), la primera vez que hay una mujer al frente del Ministerio de Defensa (Carme Chacón), el primer Gobierno de España que tiene más mujeres que hombres.

Del énfasis puesto por Zapatero se deduce que la composición del Gobierno está hecha más bajo la preocupación de trazar un gesto que de mejorar la gestión. Una vez producida la incorporación en masa de las mujeres al mundo laboral, la asignatura pendiente está en dar el salto a los puestos de alta responsabilidad en la empresa privada o en las universidades públicas, pero en los gobiernos (nacionales y autonómicos) se ha producido ya un gran cambio.

Siempre se puede nombrar a más ministros de un sexo, o buscar a personas más jóvenes para hacerlas ministros, pero lo que verdaderamente hace falta es mejorar la gestión, colocando a personas que sepan de la responsabilidad concreta que asumen. Siguiendo la trayectoria de Carme Chacón, por los artículos que publicaba desde los tiempos de joven dirigente catalana en la oposición a Jordi Pujol hasta hoy, resulta fácil asociarla a la problemática de la educación, de los asuntos sociales, de las políticas de igualdad o de la vivienda, pero no hay un solo nexo con las Fuerzas Armadas. Las primeras palabras de la nueva ministra fueron para decir que daba la sensación que las mujeres estaban excluidas, hasta ahora, de los puestos de responsabilidad en las Fuerzas Armadas. Su nombramiento acabaría con esa anomalía. Una reflexión que podría extenderla a los ministerios de Economía, del Interior o de Exteriores. Y así llegamos al núcleo de la cuestión: ¿Qué son hoy día los gobiernos?

En treinta años de democracia se ha producido una doble mutación: varios ministerios se fueron vaciando de competencias (Educación, Justicia, Sanidad, etcétera) y la Presidencia del Gobierno ha ido creciendo en espesor político, burocrático y presupuestario. En el complejo de la Moncloa hay todo un extenso equipo de asesores trabajando en paralelo al Gobierno, de tal forma que entre la Presidencia, las dos vicepresidencias y los ministerios de Exteriores y del Interior, se concentran todo el poder y las decisiones. En los consejos de Ministros, como denunciaba Jorge Semprún hace veinte años en ‘Federico Sánchez se despide de ustedes’, no se discute de política, las decisiones ya vienen encauzadas.

Partiendo de esa base, se puede entender que los titulares del resto de carteras se busquen en función de trasmitir determinados mensajes. Una mujer catalanista, como Carme Chacón, al frente de Defensa, puede ser un ejemplo perfecto de eso que Zapatero repite tanto ahora: «Mi idea de España». Captado el mensaje, vayamos con sorpresas, cambios y contradicciones.

Altas y bajas

Dentro de un Gobierno de claro signo continuista -de diecisiete ministros, doce ya estaban en el anterior Gobierno- llama la atención la salida de Jesús Caldera, un dirigente cercano a Zapatero desde la época en que ambos se sentaban en los escaños de la oposición a Aznar. Descabalgar a Caldera del Gobierno es castigar al ministro de Trabajo que ejerció en la época de más creación de empleo en España. La despedida es tan forzada que Zapatero se vio obligado a darle un cometido extragubernamental, colocándole al frente de una hipotética fundación para generar ideas socialdemócratas. Vano intento, porque hace ya mucho tiempo que las ideas no brotan de los partidos, sino de la sociedad. Los partidos se conforman con el poder.

La otra sorpresa es la permanencia de Magdalena Álvarez. Los desastres en la gestión de la llegada del AVE a Barcelona y los desplantes en los debates parlamentarios no han servido para apartarla del Ejecutivo. La presión de las fuerzas políticas catalanas no pudo con Magdalena Álvarez, que tuvo en Manuel Chaves el contrafuerte sólido para evitar el derribo. Aunque de una forma menos explícita, el nuevo Gobierno de Zapatero también tiene una lectura autonómica, y Magdalena Álvarez sigue siendo ministra de cuota andaluza.

Tal como hiciera el presidente Areces el pasado año, Zapatero ha procedido a fusionar en un mismo departamento la agricultura y el medio ambiente. En Asturias se justificó la medida por las nuevas políticas europeas hacia el campo, que hacen del agricultor un agente de conservación de la naturaleza. Zapatero aludió al cambio climático. Creo que este problema está más en relación con políticas en medio urbano que en medio rural, pero en cualquier caso lo que cabe desear a la nueva ministra de Agricultura y Medio Ambiente es que la unión de altos cargos no sea tan conflictiva como en Asturias.

De contradictoria hay que calificar la creación de un Ministerio de Educación y Servicios Sociales. No se entiende que la principal iniciativa parlamentaria en el anterior mandato haya sido la Ley de Dependencia y una vez que se ponen los cimientos del cuarto pilar del Estado del Bienestar, se ligue su gestión con la Educación. No tienen nada que ver. La problemática de las personas dependientes (gran parte en la tercera edad) es ajena a la Educación. Puesto a adosarla a otro departamento, tendría algún sentido junto a Sanidad. Desde un punto de vista político, es absurdo hacer emerger una gran problemática, que conlleva un gran gasto público, para hacerla pasar a un segundo plano cuando toca gestionar.

Última contradicción: Miguel Sebastián. Convencer a Pedro Solbes para que aplace la jubilación y, a renglón seguido, comunicar que se publicarán las balanzas fiscales y que el ministro de Industria se llamará Miguel Sebastián, es algo que sólo se le ocurre a Zapatero. ¿Un Gobierno débil? ¿Un Gobierno desnortado? No lo creo, el titular de Interior es un tal Alfredo Pérez Rubalcaba.

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por JUAN NEIRA

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