Los partidos de la oposición y los agentes sociales no están satisfechos con las inversiones destinadas a Asturias en los presupuestos estatales. IU considera que la cuantía simbólica asignada al tramo de la autovía del Cantábrico Unquera-Llanes y el mantenimiento del peaje del Huerna denotan carencia de compromiso político. El PP habla de la repetición de partidas aprobadas otros años y que han quedado sin ejecutar. La Fade afirma que hubiera sido bueno incrementar la cobertura de las infraestructuras, porque frente a la crisis hay que proponer políticas de oferta, que crean empleo, en vez de contentarse con dar estímulos a la demanda.

Una a una, las formulaciones anteriores son sensatas. Es verdad que adjudicar 10 millones de euros a Unquera-Llanes es una cantidad irrisoria; es muy probable que parte del presupuesto aprobado el pasado año, que quedó sin ejecutar, aflore ahora otra vez. Y nadie duda que fuese magnífico contar con unas inversiones más cuantiosas. El problema es que estamos en crisis, y lo nota todo el mundo, incluyendo al Gobierno. La recaudación fiscal está cayendo en picado, prueba de ello es que en el mes de agosto se recaudó la mitad que el pasado año, así que la única forma de financiar más inversiones sería apelando a la deuda, cosa muy solicitada por partidos de oposición, sindicatos y sectores de opinión. Es cierto, España tiene un nivel de endeudamiento bajo, así que podría asumir más deuda. Ahora bien, con una crisis financiera tan grande como la que azota a todos los países avanzados, parece una aventura insensata endeudarse para hacer más carreteras, cuando a lo mejor hay que recurrir a ese recurso, en un plazo corto de tiempo, para atender necesidades mucho más perentorias.

Que una región de un millón de habitantes reciba 1.101 millones en inversión no es poca cosa, cuando las cuentas del Estado dedican el 40% de sus recursos al pago de pensiones y a cubrir el desempleo. La mayor crítica que merece el proyecto del Gobierno es que resulta muy optimista porque trabaja con un horizonte de recuperación de la recaudación fiscal y con un mínimo incremento del paro. Poder asegurar el nivel de inversión previsto sería, por sí mismo, un triunfo.