La propuesta de la mesa del Parlamento para que la modificación de la estructura del Gobierno se aprobara por el procedimiento más urgente ha sido rechazada por el pleno de la Cámara, así que el cambio normativo seguirá la tramitación ordinaria que consumirá dos o tres semanas. El procedimiento urgente exige una mayoría parlamentaria cualificada, que sólo se obtiene con el voto favorable del PP. Los veinte diputados del PP optaron por abstenerse.
Estamos en presencia de un embrollo jurídico-administrativo que amenaza con agotar la paciencia del público que sigue estos asuntos. Veamos. La estructura del Gobierno de coalición será distinta del actual, porque las áreas de Medio Rural y Medio Ambiente se separan en dos consejerías. Para poder acomodar los nuevos titulares a las citadas carteras hace falta un cambio legal que precisa la aprobación parlamentaria. La transición del Ejecutivo actual al de coalición coincide con la tramitación del proyecto de presupuestos para el año 2009, y aquí empiezan las dificultades. Puede haber un proyecto de presupuestos, con partidas para la Consejería de Medio Ambiente, que no será defendido por ninguno de los nuevos consejeros, ya que Medio Ambiente deja de tener una consejería específica. La idea del PSOE e IU era aprobar por procedimiento urgente los cambios en la estructura del Gobierno para que hubiese concordancia entre el proyecto de presupuestos y la estructura del Gobierno. Al no secundar el PP la propuesta de tramitación urgente, todo ese encaje de disposiciones presupuestarias y estructuras gubernamentales chirría, al convivir lo viejo con lo nuevo.
Fernando Lastra criticó al PP por cambiar de opinión y mantener una postura en la mesa de la Cámara autonómica y otra distinta en el pleno. Por su parte, Joaquín Aréstegui justificó el cambio por los ataques recibidos de los líderes del PSOE e IU que negociaron el nuevo gobierno. La situación final es de todo punto irracional. Está claro que habrá un gobierno de coalición y que contará con nuevos presupuestos, aunque el procedimiento sea más farragoso y genere tensiones. La oposición no podrá detener ese proceso, aunque plantee obstáculos. Los grupos de izquierda deberían ser más cautos hasta no tener atados todos los extremos de tan prolija transición.