Dentro del sector público regional, los ayuntamientos ocupan un papel esencial, por la relevancia de sus decisiones, la cuantía de recursos humanos, el volumen de contrataciones, la gran cantidad de servicios que prestan y la influencia de su gestión en la vida de los ciudadanos. En el caso de Asturias, el papel de los ayuntamientos se agranda aún más, por ser una región marcada por el localismo, y al ser las instituciones municipales las que tienen un mayor apoyo de la población. Desde un punto de vista político, los alcaldes de Gijón y Oviedo son los dirigentes más destacados de la región tras el presidente del Principado.
Parece razonable la pretensión del síndico mayor de realizar auditorías sobre los consistorios, aunque estas instituciones no conciten tanto morbo como las empresas públicas. En el debate político ha hecho fortuna el término de ‘chiringuitos’, para denominar despectivamente a empresas o fundaciones públicas o mixtas, mientras que los ayuntamientos se encuentran ajenos a la crítica, tratados como instituciones respetables. En la vida práctica, tantas ilegalidades y corruptelas pueden anidar en un ayuntamiento como en una empresa pública. El ‘caso Gürtel’ es un buen ejemplo. En cualquier caso, es lógico que haya distintos enfoques sobre la programación anual de los trabajos de la Sindicatura de Cuentas, pero lo que no es de recibo es que no se llegue a una solución de consenso. No se trata de optar entre una cosa y su contraria, sino en dar el visto bueno a un menú que tiene variados platos.
La pasada semana, el diputado del PP Agustín Cuervas-Mons afirmaba que veía normal la forma que tenía la Sindicatura de Cuentas de dirimir sus diferencias internas por la vía de votar dos contra uno. Ese análisis vale si la composición de la Sindicatura de Cuentas fuera un reflejo de la representación parlamentaria (como ocurre en los órganos similares de otras comunidades autónomas). También sería acertado el criterio de Cuervas-Mons si los síndicos no hubiesen tenido en su vida ninguna vinculación con los partidos políticos que los propusieron. No se cumple ninguna de las dos hipótesis, así que la única forma de dirimir las diferencias sobre temas importantes tiene que ser el consenso. El ‘rodillo’ y la ‘pinza’ no sirven para la Sindicatura.