La visita del tercer vicepresidente del Gobierno a Asturias para negociar un acuerdo sobre el nuevo sistema de financiación autonómica ha dejado unos resultados muy pobres. Manuel Chaves se limitó a constatar las peticiones del Principado sobre una mayor valoración de la edad y de la dispersión de la población sin comprometerse a aceptar las demandas asturianas. El vicepresidente evitó hablar de cifras, diciendo que la negociación sobre partidas de dinero le corresponde a Elena Salgado, que se entrevistará próximamente con Álvarez Areces. Por su parte, el presidente del Principado volvió a recordar la posición de esta comunidad autónoma, demandando un mayor esfuerzo financiero al Gobierno central para cerrar el acuerdo.

La ronda con líderes autonómicos la inició Manuel Chaves, con José Montilla. A los catalanes les dijo cosas más concretas que a los asturianos. Tras una referencia amable hacia el modelo de negociación bilateral, señaló que el Gobierno introduciría más dinero en el sistema de financiación (algo que viene bien a todas las regiones) para rematar el discurso con la promesa que la Generalitat quería escuchar: la financiación ‘per capita’ será la misma en todas las comunidades autónomas. Una concesión sustancial que no estaba entre las premisas avanzadas por Pedro Solbes. De la entrevista con Camps salió el compromiso de aportar 1.200 millones más, cada año, a la Comunidad Valenciana por el crecimiento de la población. A los asturianos, sin embargo, les dedicó buenas palabras, desnudas de cifras y de compromisos tangibles. Hace menos de un año, vino Chaves a Asturias en calidad de presidente del PSOE y ante los delegados al congreso de la FSA se mostró decidido partidario de las tesis del Principado sobre el modelo de financiación. Revestido de la responsabilidad de vicepresidente se ha vuelto más cauto.

Da la impresión (sólo es una impresión) de que el Gobierno quiere comprometer los pocos recursos que le quedan con las comunidades ricas, que son las que tuvieron un mayor crecimiento de población. Al resto nos tocaría el redondeo de las cifras. Ante esta estrategia, lo mejor es dejar que pasen las elecciones europeas y tomarse un tiempo de reflexión. Es mejor prolongar el modelo actual que dar el visto bueno, atropelladamente, a una oferta insatisfactoria.