La decisión del presidente Areces de colaborar con el plan de Zapatero para subvencionar la compra de automóviles no ha gustado a los dirigentes de IU, socios en el Gobierno de coalición. Ángel González, viceconsejero de Bienestar Social, asegura que el pacto firmado con los socialistas determina que las ayudas económicas directas deberían tener un carácter progresivo (en función de la renta del ciudadano que se acoge a la subvención) para evitar el despilfarro de recursos públicos.

La postura de IU en esta materia es conocida, porque ya la expresaron con motivo del cheque bebé. La ayuda a la compra de coches tiene unas características distintas, porque busca, sobre todo, reanimar la demanda de automóviles, un sector que aporta un 6% del PIB nacional y da empleo a 350.000 trabajadores. Si la subvención se circunscribe a las personas más necesitadas la compra de automóviles conocerá pocos cambios. Hace falta dar estímulos a franjas más amplias de la sociedad para hacer frente a una emergencia como la creada en el sector de la automoción que ha sufrido en España la mayor caída de Europa. Si se quiere evitar crisis industriales y paro hay que mojarse, en unas ocasiones dando dinero a los oferentes (300 millones de euros a Audi-Volswagen para que se mantenga la actividad en la factoría catalana de SEAT) y en otros a los demandantes (2.000 euros a cada comprador). Para evitar que los millonarios renueven su parque de limusinas con dinero público, la ayuda se limita a coches que cuesten menos de 30.000 euros. En cuanto a la eficacia de la medida, tenemos el caso de Alemania que con ayudas de 2.500 euros ha logrado un resultado espectacular: se han comprado en el primer trimestre del 2009 más automóviles que en los diez años anteriores en ese periodo.

Los programas de gobierno están muy bien, pero ningún texto puede prefigurar las respuestas a los nuevos problemas. Ya le ocurrió a Julio Anguita cuando repetía la letanía del «programa, programa, programa», y llegó la guerra del fletán con Canadá y le dejó sin respuestas, porque el programa no la contemplaba. Si entre el gobierno central y el autonómico no pueden subvencionar con 1.000 euros la compra de coches, tampoco podrán ayudar a cajas y bancos que lo necesiten. Puede ser una opción ideológica impecable, pero traerá más paro.