Víctor González Marroquín manifiesta que hay connivencia entre la Sindicatura de Cuentas y el Partido Popular. El director general del IDEPA asegura que la estrategia del partido de la oposición en Asturias se resume en la frase de «cuanto peor, mejor». Es lógico que Marroquín piense que hay una concertación entre los informes de la Sindicatura y las iniciativas parlamentarias del PP, porque las críticas del ente fiscalizador sobre el IDEPA han dado paso a varias citaciones de su director general en la Junta General del Principado para someterle repetidamente a las mismas preguntas -la cuantía de su sueldo-, cuya respuesta ya sabían de memoria todos los diputados del PP.
La estrategia del partido de la oposición en Asturias está en manos del Ayuntamiento de Oviedo, y el Consistorio carbayón ha considerado que la batalla política en nuestra región debe concentrarse en lo que ellos llaman los «chiringuitos socialistas», que no son otra cosa que las empresas o los organismos autónomos del Principado. Si se compara el número de estos entes y el volumen de sus presupuestos, así como su aportación a la deuda pública de la comunidad autónoma, en comparación con los de las mayorías de las regiones (incluyendo los territorios gobernados por el PP), el resultado es netamente favorable para Asturias. No importa. De Lorenzo y sus adláteres creen que ahí hay un gran filón por explotar, y no dejarán de hacerlo. Para desarrollar esa estrategia son muy útiles los informes de la Sindicatura aclarando que tales contratos no podían ser de alta dirección sino de no sé qué, y entre la ilusión de los titulares de una institución bisoña y las ganas que tiene el PP de ganar elecciones, desde hace diez años, ya está hecho el resto.
En sus intervenciones en la Junta General del Principado, Marroquín no se comportó siempre como mandan los usos parlamentarios. Para entrar al trapo de las intervenciones capciosas del PP ya están los diputados de otros partidos. Pero eso es lo de menos. Lo relevante del caso es el mando a distancia que utiliza el alcalde de Oviedo para dirigir la estrategia del grupo popular, y las decisiones tomadas por la Sindicatura, en algunos casos desoyendo los informes de sus técnicos, así como las intervenciones en la plaza pública de más de un síndico, al modo de auténticos animadores del cotarro regional.