La negociación del modelo de financiación autonómica ha llegado al momento decisivo, envuelta en un cúmulo de informaciones parciales, declaraciones interesadas, rumores de consejeros autonómicos, silencios calculados e indiferencia del público destinado a usar y pagar con sus impuestos los servicios sobre los que versa el modelo de financiación. La opacidad utilizada por el Gobierno en el largo proceso, impidiendo un diálogo multilateral con las comunidades y avanzando a través de contactos reservados con los distintos responsables autonómicos, llega a su fin.
De las manifestaciones procedentes de las distintas regiones cabe colegir que el Gobierno central ya ha dado las cifras a todas las comunidades autónomas. Álvarez Areces, Núñez Feijóo, Esperanza Aguirre, Pepe Griñán y el resto de presidentes saben las cantidades que van a recibir con el nuevo modelo, pero Elena Salgado no les ha facilitado los datos del resto de territorios. Continúa la negociación bilateral, para verse las caras todos los gobiernos en el Consejo de Política Fiscal y Financiera, en el momento de la firma del acuerdo. Resulta intolerable la forma de proceder del Gobierno de Zapatero, porque supone tratar a los presidentes autonómicos como si fuesen menores de edad. Hay que entregar toda la información sobre el modelo al conjunto de las regiones para que valoren con perspectiva la oferta gubernamental.
Las regiones pobres y poco pobladas (Galicia, Asturias, Castilla y León, Extremadura) son las que tienen más recelo de la oferta de Zapatero, porque aunque reciban algo más dinero que ahora, quedan muy lejos de los beneficios de las regiones ricas o más pobladas. De los 9.000 millones de euros adicionales ofertados por Elena Salgado, el 52% irá destinado a Cataluña y Andalucía, si hacemos caso de las declaraciones de los responsables de esas regiones. Otra buena tajada irá para la Comunidad Valenciana, Baleares, Comunidad de Madrid y Murcia, así que el resto de las regiones (nueve) se tendrán que conformar con un pequeño resto. O rompen la baraja, niegan el consenso y propician una derrota política a Zapatero. No es una elección sencilla, y menos que nadie para Asturias. Rechazar la oferta cuando somos una región muy dependiente y la alternativa consiste en quedar con menos dinero, resulta muy complicado.