José Luis Alperi, otrora lugarteniente de Villa y en la actualidad secretario general del Soma, pasó por el Parlamento para declarar ante los diputados de la comisión de investigación que indaga sobre el origen del patrimonio de Villa. El número uno del Sindicato Minero señaló que en la contabilidad del Soma no figuran como ingresos los cheques nominativos cobrados por Villa en concepto de dietas por asistencia de sindicalistas a la reuniones del Comité Intercentros de Hunosa. Alperi también señaló que no está en su poder ningún documento que justifique la retribución de la empresa hullera por acudir a esas reuniones. Como ya habían señalado los presidentes de Hunosa que comparecieron en el Parlamento, Villa había recibido los ingresos destinados a los sindicalistas, y ahora Alperi confirma que no fueron transferidos a la caja del Soma.

La información, que ya había sido adelantada por EL COMERCIO, tiene su importancia, porque por esa vía pudo Villa ingresar una cantidad equivalente al 20% o el 30% del patrimonio presentado a la amnistía fiscal en el año 2012. No es poca cosa. Sorprende que Alperi haya declarado que la fortuna oculta de Villa no podía proceder de esas dietas, dando como argumento que la empresa pública estaba sujeta a controles. Todo el país está sometido a controles y no parece que haya servido para mucho a la vista de la cantidad de cargos y directivos públicos que engrosan la lista de imputados en los juzgados. A priori, todos se apuntan a la contabilidad “B” aunque luego haya un sector que lo acabe lamentando. La puntualización de Alperi es absurda, porque ya se sabe que Hunosa libraba esos cheques nominativos, siendo responsabilidad personal del que era líder del Soma entregar el importe a los beneficiarios de esas dietas o apropiarse del dinero.

La declaración de Alperi raya en el candor al afirmar que el Soma estudia personarse en el juzgado como institución lesionada por Villa, en caso de que las auditorías en curso así lo prueben. Seriedad, señores. Hunosa, como empresa, y el Soma, como infantería fiel a las órdenes de Villa durante 35 años, conocían perfectamente el tejemaneje de las dietas, así como todas las prácticas seguidas por el sindicato en las cuencas. Hace veinte años una de las personas que desfiló por la comisión me dijo que “no se ponía un anuncio luminoso en Langreo sin hablar con el Soma”. ¡Cielos, igual me llaman a declarar ante la comisión!