La actividad del Parlamento se concentra en la comisión de investigación sobre el “caso Villa”. La experiencia de tres décadas de trabajo en la Cámara muestra que de las Navidades a San Blas los diputados asturianos se dedican a hibernar. En esta ocasión, la comisión de investigación ha impedido el descanso reparador, rompiendo la inactividad con reuniones e interpelaciones. No obstante, se ha mantenido la decisión de no celebrar plenos, con la disculpa de que el trajín de la comisión de investigación impedía las reuniones plenarias. Si a ello añadimos el particular estilo de gobierno del Ejecutivo de Javier Fernández, caracterizado por la atonía, el perfil bajo, la carencia de impulso, la mirada ensimismada en el paisaje y el pensamiento fatalista ante los inapelables dictados de Ángela Merkel, nos encontramos con que la política regional, más allá de los preparativos electorales, se reduce a las sesiones de la comisión de investigación que preside Ignacio Prendes.
Ayer tocaba silencio. Pedro Castillo, secretario de Infide, la fundación que preside Villa, dedicada al estudio y custodia del patrimonio minero, rehusó contestar a las preguntas de los diputados. El secretario explicó que Villa no recibía asignaciones económicas ni cobraba dietas. Esta última precisión es muy de agradecer porque visto lo que ocurría con las dietas de los miembros del Soma que acudían a las reuniones del comité intercentros cabían groseros malentendidos, como suponer que las reuniones de Infide generaban beneficios extraordinarios para el presidente de la fundación.
Como el secretario no aceptó contestar a las preguntas, nos quedamos con muchas dudas sobre el funcionamiento de una institución que recibió 1,4 millones, en concepto de subvenciones, durante siete años, teniendo en cuenta que sólo tenía un empleado, que no atendía a llamadas telefónicas, cosa que pudo comprobar sobradamente EL COMERCIO, y que en algún caso solicitaba ayudas (y las recibía) para actividades que luego no consta que se hubieran realizado. Muchos interrogantes se acumulan sobre una institución que tuvo como principales benefactores a la Obra Social y Cultural de Cajastur y a la Fundación HC. Casi 800.000 euros para una fundación que carecía de relevancia, salvo la singular figura de su presidente. Infide pedía dinero al Principado, negando que obtuvieran ayudas privadas. A eso lo llama tener “arranque”.